24 junio 2006

No hay diversión sin presión

Procuro hablar mucho de Hello Cuca. Siempre que puedo me gusta recordar con los amigos que son el mejor grupo que hay en la actualidad. Que se trata de un trío mágico, pleno de ideas y sonidos, cargado de razones y buenas maneras roqueras. Siempre que puedo me repito para mi adentros que se trata del único grupo que trabaja con materias esenciales; el único que colma los anhelos más primigenios y verdaderos siempre que aparecen sobre un escenario o detrás de un microsurco. Recuerdo también, siempre que es posible, que en este país hubo un grupo tocado por la gracia, por la razón y por la ira. Me gusta repetirme para mis adentros que TCR existieron. A lo largo de estos años, he soñado que volverían. Y lo he hablado con mis amigos mucho. En los últimos meses, buscaba noticias de Los Látigos o Los Incrucificables, y me decía que algún día, la razón, el amor y la ira volverían a campar a sus anchas desgranando pop trepidante y agridulce.


Por fín podemos difrutar el disco compartido de Hello Cuca e Incrucificables. Hello Cuca sigue así su senda hacia la leyenda, ofreciendo siempre un poco más de calidad musical, discos especialísimos no sólo en cuanto a sonido sino en su diseño, concepción y acentuadísima estética (magnífico artwork de Susana y Mario Feal, por cierto); cosas todas ellas que convierten al trío en mucho más que un grupo de culto. Tras su CD, Gran Sur (Rompepistas, 2005) en el que experimentaban con sonidos más depurados, llegan de nuevo a una nueva medida de la perfección. Y cuando digo perfección lo que quiero decir es PERFECCIÓN. En primer lugar llaman la atención unas letras, maravillosas, orgánicas, intuitivas, rítmicas y onomatopéyicas como siempre pero cad vez más cargadas de un lirismo único. A Lidia se la escucha, dejándose el alma, cantando verdades absolutas... mientras la tremenda pulsión rítimica favorecida por Mabel y Alfonso arma un conjunto sonoro cada vez un poco más preciso. Exacto y a la vez más imprevisible, insólito y vivo. Canciones de poética primigenia y espontánea como El gato en el árbol, acompañadas de declaraciones artísticas como Mala caligrafía. Sutilezas asombrosas junto a canciones que algún día serán clásicas como Ayudame a bailar (dentro de este lío) o Ponte en la pista. Cada vez que nos encontramos con Hello Cuca decimos lo mismo, que son increíbles, que han tocado el cielo del ROCK, bla, bla... Y cada vez, cada una de las veces que nos encontramos con ellos, soprenden mucho más. Algo insólito y mágico. Por eso no podemos dejar de contarlo por las calles cada vez un poco más.



La historia de Icrucificables empieza cuando Jesús Miguel Tremolino nos informa de que la hermosa epopeya de TCR (culminada en unas canciones perfectas editadas en el legendario split-single a cuatro bandas, Hello Cuca, Muebles, Bananas y TCR, Girando a 33 vueltas por minuto) podía tener continuación. En Madrid habíamos oído campanas que vaticinaban que Jose y Susana habían dado por imposible hacer música buena en un entorno tan hostil y mezquino como el nuestro. Sin embrago, Mr.T. Apareció un buen día por esta ciudad-infierno con un CD lleno de canciones de Látigos e Incrucificables, nos pidió discreción extrema y nos colmó de ánimo. La verdad es que aquellas maquetas no pasaban de ser un documento esperanzador pero poco elaborado. Fuímos discretos y estuvimos desde entonces ojo avizor, y nos repetíamos para nuestros adentros que algún día Jose, Susana, Junior volverían contra todo pronóstico. Hasta que ambos grupos aparecieron en el CD recopilatorio La Colazione, donde se repasaba la escena barcelonesa última (en respuesta, en cierta medida, a nuestros madriles terminales). TCR fue, sin duda, un ultimo reflejo de ética y épica absolutas en nuestro panorama. A los únicos a los que hemos visto girando enfrentados a su público de verdad; hubo un año en el que ver los conciertos de TCR era como aquello de ver a Dylan de pelotera permanente con sus acólitos. Pero visto en vez en el Fillmore en clubes y salas pequeñas y llenas de humo, con el mal rollo bien cerca, con todo dicho en nuestro idioma, con nuestras palabras. El año en que todo dejó de ser pop, en concreto.



Pues bien Incrucificables recuperan esa historia en el punto en que se quedó. Pop abrasivo y dulce, espíritu indie-pop furioso. Desmarcados, soberbios, negándose a vender su alma... lo que en boca del pazguato de Feck nos suena a sentido figurado, aquí suena puro y verdadero. Será la cercanía. Incrucificables retoman la historia con la incorporación de esa titánica persona que es Miguel (de Bananas), con la colaboración de un iluminado y beatífico Germán (también de Bananas, que se aparece en esa asombrosa intro que es Alegre la mañana). Canciones inmensas, en las que se desmarcan de verdad. Esto no es ése pop político, que hacen algunos, esto es un retrato certero de la vida cotidiana con sus seguidismos, sus pequeñeces... la vida diaria cuando se mira desde la posición del que se ha desmarcado de la escena de las palmadas en la espalda. Escuchen Los abajo firmantes, ese retrato implacable, certero y sentido de aquellos que están siempre adheridos a causas ilusionantes. Escuchen (Yo quiero ser amigo de mi) Antiguo rival y no me digan que no les recuerda no ya a alguién de nuestra escena pop sino a la escena entera. Y, sí, todavía merece la pena pegar un palo a una prensa musical servil, amiguista y mísera como la nuestra. Aunque sea al final de la cara B. Además cantan cosas insólitas como Noche larga en la U.C.I. escuchando a los Stooges, ¿qué más queremos? Incrucificables en estado de gracia. Guitarras de nuevo aceradas, palabras profundamente acertadas. Si, todavía hay lugar para el idealismo. Y otra vez habrá ninguneo y caras largas por parte de unos y otros, si me permiten que intuya por anticipado. Porque un grupo con alma, nervio, ira y melodía ya no es fácil de soportar en estos pagos. Se tomará como una provocación. Pero el caso es que por una temporada no hará falta que hablemos de esos chiquitos con guitarras, de la Inglaterra de Thatcher, de los Comet Gain, o del punk. Ahora solo hay que seguir hablando de las Hello Cuca. Mucho. Y de los Incrucificables, todavía más, si cabe.


No hay diversión sin presión. Es verdad. La presión que sube y baja cuando se escuchen artefactos tan imaginativos, insólitos, decisivos como este split-LP. La presión de tener que contar todo el rato que, tal vez, no hará falta que nadie abandone su absurda y tonta actitud. Al contratrio, tal vez haya que seguir desmarcados, atrincherados, descolocados... que es como mejor nos luce el pelo a algunos.




7 comentarios:

Anónimo dijo...

¿nos puedes contar ese enfrentamiento de tcr con el público de sus conciertos? ¿a qué se debía?
¡viva tcr!

Karpov Shelby dijo...

Se debió, tal y como lo recuerdo yo, a que a la escena TontiPop no le sentó demasiado bien ni el tono ni las letras de su segundo LP.

Esa misma escena que alabó su primer disco, les volvió la espalda, puso cara de circunstancias y miró o no quiso darse por aludida con lo que se decia en este segundo LP (claras referencias, claras críticas, razones sobradas). Además de un polémico cambio de formación...

En los dos conciertos en pude verles en esa época (con Hello Cuca precisamente uno) el ambiente se podía cortar. Nada que ver con el buen rollito de la época de "un domingo de sol".

Además la legendaria nota de prensa que les escribió Manolo de Alpino acentuó ese desencuentro con una escena que, entonces no quería ver cómo se dirigía a la autodestrucción. Y sentó muy mal en unos años de trinfalismo infundado, tontería y poca crítica.

Vamos que fue causado por la lucidez e insobornable actitud pop punk del grupo. Un poco como lo de Dylan. Por integridad artística. Sin más, amigo mangas verdes.

Anónimo dijo...

Muy interesante. A mí me gusta más su primer disco (que me parece espectacular) pero no por esa razones.

fresito2000 dijo...

No estoy de acuerdo con esa apreciación. Los conciertos polémicos de TCR, de los que vi dos o tres, sucedieron con el primer Lp caliente y el segundo todavía bastante lejos. Había gente que dejaba de hacer algo a esa hora, pagaba una entrada y se encontraba con un grupo chirriante que hacía cosas que no tenían apenas nada que ver con lo que había motivado su asistencia. El cabreo era monumental. A mí me daba igual porque los grupos chirriantes también me gustan y el repertorio pop, por razones evidentes, me lo sabía de memoria.
El artista es muy libre de hacer lo que le dé la gana en cada momento, pero si vas a provocar hay que asumirlo y no cabrearse si al público no le gusta. Algo parecido les sucedió a Autour de Lucie, que la gente les iba a ver por el magnífico Immobile y se encontraban con el Faux Pas, muy diferente (y muy malo, en mi opinión personal), y encima estaban cabreadísimos porque casi todo el público parecía pensar como yo.
Dicho esto, el segundo Lp de TCR también era excelente y desde luego mucho menos chirriante que esos conciertos.
En cuanto a lo de la "integridad artística", a toro pasado se puede escribir la historia como a uno le apetezca, y no lo digo sólo por TCR.

fresito2000 dijo...

Perdón, no he firmado, soy Felipe, ex bajista de TCR. En cada momento, se hace lo que se considera mejor para todos, pero el que hace siempre se arriesga a equivocarse, y el acierto o fracaso es difícil de evaluar hasta que ha pasado un tiempo. Yo me equivoqué en muchas cosas con todos los grupos en los que he estado, pero si hubieran salido bien, se contarían como aciertos, y eso no siempre depende de uno.

fresito2000 dijo...

Cuando salió el segundo Lp, la escena tontipop estaba más muerta que carracuca, y ese disco no tuvo ninguna repercusión.
¿Triunfalismo infundado? Perdonad, pero durante un par de años o tres por lo menos demostramos que hay vida fuera del RDL. Las escenas empiezan y terminan, siempre lo supimos, nos daban por acabados ya antes de empezar y tuvimos una carrera plena de sucesos y emociones, con recuerdos imborrables y amistades duraderas, eso sí, al margen del ghetto indie en el que sólo cuentas los primeros cinco minutos. Que nos quiten lo bailao a muchos de esa época. Giramos España entera dos veces (creo que hablo por muchos), destrozamos para siempre la hegemonía del inglés, y encima conseguimos sin proponérnoslo pero encantados, que los grupos donostiarras, hasta entonces denostados como "ñoñosti", fueran encumbrados a su merecida categoría de clásicos, por comparación con nostros.

Anónimo dijo...

He vuelto a ver este post casi 2 años despues, a traves del blog de marta, y quiero dejar constancia que he cambiado de opinión y que ahora me gusta más el 2º disco de TCR que el primero (lo que pasa es que por aquel entonces no lo había escuchado lo suficiente). Entre mis tres favoritos de aquí.

Interesantes también los comentarios de arriba.