¡Ay, los Orchids! Adalides de esa sentimentalidad centutria que no se paraba en mientes a la hora de cantar al amor, al desamor y a la juventud con cuatro guitarras enchufadas y unos gorgoritos cargados de ira y de drama. Héroes anónimos, como tantos otros, de eso que muchos enrollaos llaman ahora, a buenas horas, pop kitchen sink. Maestros del pop redundante, los Orchids vuelven, discretos, como si nada, firmando un comeback que no desmerece en absoluto sus anonimas y minúsculas proezas de los ochenta.
Corredores de fondo de la era gloriosa del indie-pop, curtidos en esa épica de los flexis y los maxis que nos ha llegado a muchos gracias a esas historias contadas de boca en boca (tradición que mantienen viva astros como Alex Bummer o Manuel Soleado en sus respectivos blogs), estrellas menores en la galaxia Sarah, eternas promesas... Todos estos apelativos se pueden aplicar, sin temor a equivocarse, al grupo de Glasgow. La luz de la banda que alardeaba de haber firmado el Pet Sounds de la Era Sarah (el honor, al final, se lo llevó el señor Julian Henry y su magistral The Sound of the Hit Parade), se apagó poco después de que la disquera echase el cierre. Su último concierto fue, precisamente, en aquella legendaria fiesta de despedida del sello. Atrás quedaban discos como Lyceum (Sarah, 1989), Unholy Soul (Sarah, 1991) o Striving for the Lazy Perfection (Sarah, 1994). Todos ellos con canciones deliciosas, todos ellos dotados de un encanto pop dramático y esquivo. Ninguno redondo. Más tarde, el olvido.
Por ello, cuando se reveló que el madrileño sello Siesta les había fichado, saltaron las alarmas. Unos esperaban ansiosos las canciones de unas orquídeas redivivas. Otros se mesaban los cabellos y se temían lo peor. A mi me pareció coherente la decisión de Siesta de ficharles, ya que nunca han ocultado su admiración por el sello de Bristol y, ¿quién se negaría el gustazo de recuperar, aunque fuese un poquito, de historia gloriosa? Fichaje sorpresa que la rumorología madrileña adornó con vuelos nocturnos a Glasgow para cerrar un trato que parecía en manos del gigante americano Darla Records (no en vano había sido quien había dosificado la canciones nuevas en algún recopilatorio de 2005). En fin, historias que no vienen al caso. La realidad es que, desde hace unas semanas el disco está en mi pequeño iPod (gracias al envío amable de Romina de Mira El Péndulo) y la bonita edición en cedé, con su portada minimal y de porte caligramático en mi casa, gracias a la amabilidad de los propios señores de Siesta. Y, tengo que reconocer que el disco, en su afable discreción, ha logrado hacerse un hueco, entre el fragor de Lo Nuevo, en mi lista de escuchas. Tengo que reconocer que, en algún momento había especulado con que se tratase de un engendro de la talla del Bank of England (Shinkasen, 1998) de Blueboy. Y no, no se trata de eso.
Los Orchids vuelven asumiendo que ni la historia ni la posteridad conservan su memoria. No, ellos son extraños, leyendas menores. Notas a pie de página. Y su disco responde, con la debida humildad de planteamientos, a esa circunstancia. Y se beneficia de ella. Nada de flequillos ni puñitos al aire. Que no tenemos edad ninguno. Quien haya gozado con los Orchids inquietos, poliédricos y un tanto soberbios de la reedición del Unholy Soul (excelente disco, compilado con sus respectivos singles, por la excelsa LTM)se llevará un cierto chasco. Los Orchids se han fijado más en la campechanía de unos Go Betweens otoñales, en las virtudes de un indie-pop más introspectivo. Kitchen sink, sí, pero un tanto crepuscular. Sentido, hermoso discreto y con muy pocas pretensiones. Lleno de guitarras y arreglos mínimos que adornan un disco al que ni siquiera se le puede echar en cara su ausencia de emociones a flor de piel, de puro sincero que es. Canciones como The last thing (on your mind) o Take my hand nos alejan de la épica más sensacionalista y revivalista. Y dan la medida musical y ética de unos señores que han preferido regresar renunciando al acontecimeinto. Y con algún que otro single simpático como Another saturday night, además. En ocasiones pueden recordar a unos primeros Beaumont, refinados y discretos. Otras veces hacen rememorar los pasajes más salvables y tranquilos de los Aztec Camera comerciales... A los últimos Forster y Mc Lennan recuerdan mucho. Es cierto, otras veces aburren un poco.
Pero, en general, no sería justo decir nada malo de un disco que se presenta desnudo y campechano. Desde luego, la producción no es precisamente rutilante, en ocasiones se puede hacer pesado y, tal vez, sobren un par de temillas al final (ese Feel the magic)... También es verdad que hay poca concesión al pasado y buenas canciones. Que nadie se engañe, si esto no fuese un comeback, ni fuesen unos señores mayores los que salen a escena, usted y yo estaríamos hablando de poesía, echando una lagrimita y haciendo églogas-pop a cuenta de estas mismas canciones. Así que, dejemos a un lado los flequillos y la tontería (que para eso están las reediciones y los recopilatorios) y disfrutemos, sin complejos ni prejuicios, de un LP con más canciones que literatura.
Corredores de fondo de la era gloriosa del indie-pop, curtidos en esa épica de los flexis y los maxis que nos ha llegado a muchos gracias a esas historias contadas de boca en boca (tradición que mantienen viva astros como Alex Bummer o Manuel Soleado en sus respectivos blogs), estrellas menores en la galaxia Sarah, eternas promesas... Todos estos apelativos se pueden aplicar, sin temor a equivocarse, al grupo de Glasgow. La luz de la banda que alardeaba de haber firmado el Pet Sounds de la Era Sarah (el honor, al final, se lo llevó el señor Julian Henry y su magistral The Sound of the Hit Parade), se apagó poco después de que la disquera echase el cierre. Su último concierto fue, precisamente, en aquella legendaria fiesta de despedida del sello. Atrás quedaban discos como Lyceum (Sarah, 1989), Unholy Soul (Sarah, 1991) o Striving for the Lazy Perfection (Sarah, 1994). Todos ellos con canciones deliciosas, todos ellos dotados de un encanto pop dramático y esquivo. Ninguno redondo. Más tarde, el olvido.
Por ello, cuando se reveló que el madrileño sello Siesta les había fichado, saltaron las alarmas. Unos esperaban ansiosos las canciones de unas orquídeas redivivas. Otros se mesaban los cabellos y se temían lo peor. A mi me pareció coherente la decisión de Siesta de ficharles, ya que nunca han ocultado su admiración por el sello de Bristol y, ¿quién se negaría el gustazo de recuperar, aunque fuese un poquito, de historia gloriosa? Fichaje sorpresa que la rumorología madrileña adornó con vuelos nocturnos a Glasgow para cerrar un trato que parecía en manos del gigante americano Darla Records (no en vano había sido quien había dosificado la canciones nuevas en algún recopilatorio de 2005). En fin, historias que no vienen al caso. La realidad es que, desde hace unas semanas el disco está en mi pequeño iPod (gracias al envío amable de Romina de Mira El Péndulo) y la bonita edición en cedé, con su portada minimal y de porte caligramático en mi casa, gracias a la amabilidad de los propios señores de Siesta. Y, tengo que reconocer que el disco, en su afable discreción, ha logrado hacerse un hueco, entre el fragor de Lo Nuevo, en mi lista de escuchas. Tengo que reconocer que, en algún momento había especulado con que se tratase de un engendro de la talla del Bank of England (Shinkasen, 1998) de Blueboy. Y no, no se trata de eso.
Los Orchids vuelven asumiendo que ni la historia ni la posteridad conservan su memoria. No, ellos son extraños, leyendas menores. Notas a pie de página. Y su disco responde, con la debida humildad de planteamientos, a esa circunstancia. Y se beneficia de ella. Nada de flequillos ni puñitos al aire. Que no tenemos edad ninguno. Quien haya gozado con los Orchids inquietos, poliédricos y un tanto soberbios de la reedición del Unholy Soul (excelente disco, compilado con sus respectivos singles, por la excelsa LTM)se llevará un cierto chasco. Los Orchids se han fijado más en la campechanía de unos Go Betweens otoñales, en las virtudes de un indie-pop más introspectivo. Kitchen sink, sí, pero un tanto crepuscular. Sentido, hermoso discreto y con muy pocas pretensiones. Lleno de guitarras y arreglos mínimos que adornan un disco al que ni siquiera se le puede echar en cara su ausencia de emociones a flor de piel, de puro sincero que es. Canciones como The last thing (on your mind) o Take my hand nos alejan de la épica más sensacionalista y revivalista. Y dan la medida musical y ética de unos señores que han preferido regresar renunciando al acontecimeinto. Y con algún que otro single simpático como Another saturday night, además. En ocasiones pueden recordar a unos primeros Beaumont, refinados y discretos. Otras veces hacen rememorar los pasajes más salvables y tranquilos de los Aztec Camera comerciales... A los últimos Forster y Mc Lennan recuerdan mucho. Es cierto, otras veces aburren un poco.
Pero, en general, no sería justo decir nada malo de un disco que se presenta desnudo y campechano. Desde luego, la producción no es precisamente rutilante, en ocasiones se puede hacer pesado y, tal vez, sobren un par de temillas al final (ese Feel the magic)... También es verdad que hay poca concesión al pasado y buenas canciones. Que nadie se engañe, si esto no fuese un comeback, ni fuesen unos señores mayores los que salen a escena, usted y yo estaríamos hablando de poesía, echando una lagrimita y haciendo églogas-pop a cuenta de estas mismas canciones. Así que, dejemos a un lado los flequillos y la tontería (que para eso están las reediciones y los recopilatorios) y disfrutemos, sin complejos ni prejuicios, de un LP con más canciones que literatura.
13 comentarios:
Pues viendo la imposibilidad de comprar el disco por aquí al final me decidí a descargarlo para una primera toma de contacto, y por ahora suscribo tus palabras. Me parece un dignísimo regreso, cercano, pausado y amable, sin grandísimas canciones pero formando un conjunto cohesionado. La verdad es que yo era de los que desconfiaba profundamente de este regreso ya que por ahora éstos han traido al Indie Pop más decepciones que alegrías, pero los Orchids han firmado el mejor disco que he escuchado (y han sido unas docenas) durante estas cortas vacaciones.
Y ya que hablamos de los Orchids....Federica, me faltan todas las reediciones de LTM de la banda, así como unos cuantos discos más. ¿Nos animamos a la tantas veces postergada ofensiva o hago el pedido por mi cuenta?
En cuanto al cd de Gregory Webster en solitario pueden apuntarme al club de fans de este hombre. Hace unos años, embarcado en una aventura radiofónica, dediqué el primer especial del programa a la carrera de este hombre....por supuesto no llamó nadie, pero qué gustazo de programa que me salió :-)
Saludos,
Manuel Soleado
Nunca he entendido eso de Kitchen Sink. ¿Me lo explican con plabras amables? ¿A qué se refiere? ¿Cuál sería la traducción aproximada?
"Kitchen sink realism was a recognisable English cultural movement in the late 1950s and early 1960s. It was seen in the theatre, in art, in novels, in film and in television plays, focusing on social realism relevant to the audience of the day.
The term "kitchen sink" derived from an expressionist painting by John Bratby, which contained an image of a kitchen sink. The critic David Sylvester wrote an article in 1954 about trends in recent English art, calling his article "The Kitchen Sink" in reference to Bratby's picture. Sylvester argued that there was a new interest among young painters in domestic scenes, with stress on the banality of life. Bratby painted several kitchen subjects, often turning practical utensils such as sieves and spoons into semi-abstract shapes. He also painted bathrooms, and made three paintings of toilets. Other artists associated with the "kitchen sink" style include Derrick Greaves, Edward Middleditch and Jack Smith.
The term was quickly applied to a new style of drama, the hallmark of which was a more realistic representation of social life; country houses and tennis courts were out; ironing boards and minor domestic squalor were in, as in John Osborne's play Look Back in Anger with ironing as a piece of stage business. This was a reaction against the Noel Coward/Terence Rattigan style of dramatic setting.
Another factor particularly notable in the films and novels of the time is the use of North of England situations, accents and themes (such as featuring rugby league, the iconic sport of Lancashire and Yorkshire). An example here is the 1961 film Whistle Down the Wind, which segues the innocence of earlier British cinema with more modern harsh realities. Also, a combination of a frankness about sex, and a more political content (sometimes descending to rants), led to a rather clean break with the assumptions of 1950 in the arts generally.
Kitchen sink realism is sometimes conflated with the rise of the Angry Young Men. It was in fact more substantive, less driven by journalistic excess, and is more properly its successor."
Yo entiendo que viene de aquí:
http://en.wikipedia.org/wiki/
Kitchen_sink_drama
también se puede referir a la disquera de los prefab sprout, que se llamaba así).
Es ese costumbrismo furibundo y lírico a lo angry young men...
La disquera de Prefab Sprout se llama "Kitchenware"
Por cierto, que han reeditado una de esas odiosas versiones "deluxe" de una de sus joyonas (Steve McQueen) con un disco extra de versiones acústicas de algunos jitazos que es una maravilla.
Es cierto! No me aclaro ya con los nombres de nadie :-)
La reedición del Steve mcQueen es una autentica pasada, desde luego. Textos, fotos inéditas, un sonido increíble un packaging hecho con primor... y los inéditos en acústico una delicia. Está muy, pero que muy bien hecha desde luego.
mierda! a dejarme la pasta con la reedicion del "Steve McQueen"!!
Y es que esa obra maestra merece la mejor de las versiones, sin duda.
Manuel, la verdad es que me he agenciado casi todo lo que me interesa de LTM. Si acaso me faltan un par de cosas ... De todas formas, siempre podemos ver lo que nos ofrece el sello en cuestión de precios por pedidos masivos, aunque la última vez que lo intentamos nos dieron unos precios algo bizarros, y salía más barato pedirlo a través de otros sitios (amazon, selectadisc, etc) ... aunque siempre se puede intentar ...
Como siempre, enviadme los objetos de deseo al privado, porfaaaa
pues a mi, debo ser un rarito, bank of england de blueboy me gusta y bastante....soy un rarito o hay alguien mas?
Mmmm, la verdad es que ayer mismo lo estuve escuchando y no me pareció un disco tan horroroso como recordaba la verdad. Alguna canción digna de mención y algún reflejo de sus mejores cosas... Pero es cierto que hay que mirarlo con gran bondad para sacar algo porque es un disco, sin duda, mediocre. El primero de Beaumont me parece un discazo, por el contrario.
A mi el "bank of england" no me desagrada, de hecho alguna cancion ha "madurado" sorprendentemente bien. El problema es que son blueboy, y que su discografia hasta ese momento era impresionante.
La verdad es que después de unas primeras y superficiales escuchas de Bank Of England yo tenía la misma impresión del disco que David, pero hará cosa de dos años decidí volver a ponerlo y me pareció bastante interesante, no está a la altura de los trabajos en Sarah pero tampoco conviene renegar de él puesto que hay alguna muy buena canción. Cosas raras que pasan con los discos....
En cuanto al pedido de LTM...Miguel, enviame un privado en blanco a soleado1[arroba]terra.es que aquí en el trabajo no tengo tu dirección, en cuanto lo tenga te envío el listado de cd's de LTM que necesito. ¿Alguien más se anima al pedido conjunto? A ver si conseguimos buen preciooooo
Saludos,
Manuel Soleado
Manolo, yo me apunto al pedido, luego os envio privado con los que quiero. Por cierto, que raro, leo que The french impressionists van a sacar nuevo disco!
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