03 noviembre 2006

En tierras altas


Estamos poseídos por el ansia y la prisa. La fugacidad de la información, la velocidad absurda con la que demandamos nuevos estímulos culturales y la caníbal relacion que mantenemos con los contenidos nos están llevando a un estado de embotamiento en el que ya apenas sabemos ver lo que tenemos delante de nuestras narices. Dejando a un lado el hecho de que, hasta cierto punto, esto nos da morbo y nos gusta, lo cierto es que también nos impide ver el los árboles y el bosque. Por eso pasamos por alto discos como el de los Occasional Keepers, super-grupo formado por Bobby Wratten (Field Mice), Caesar y Carolyn Allen (The Wake). Un remanso de paz, una necesaria inmersión en la narcolepsia emocional que nos devuelve a días nublados y conocidos episodios de equívoca tristeza.

Hace años, miembros de los disueltos Field Mice grabaron un disco extraño y sutil, de peculiar hermosura y una extraña vocación ambiental. En el LP
Alaska (Vinyl Japan, 1993) los Northern Picture Library (es decir, Bobby Wratten y Annemari Davis) dejaban que se disolviese el legado de los Field Mice como si fuese un terrón de azúcar agridulce. La faceta menos pop y más vanguardista de los ratones de campo se presentaba en estado de catatonia terminal. En medio de una nada trip-hop aparecían joyas como Catholic Easter Colours, Insecure o Truly Madly Deeply. Canciones enterradas en un cuelgue ambiental único y extraño. Capítulo cerrado. Wratten emprendería, poco después, el camino de vuelta a la tierra con Trembling Blue Stars y el disco quedaría olvidado en su propio limbo estilístico. Un momento extraño y misterioso que delimitaba un territorio al que pocos regresaron (no, Sigur Ros se fueron por las ramas; que veo a algunos con ganas de compararlo). Sin embargo, hace no mucho me sorprendió ver cómo la furia reeditora de LTM había llegado hasta estas orillas y Alaska aparecía otra vez en los catálogos. Curioso. Yo lo compré de saldo y en algunos momentos muy tristes me ha hecho mucha compañía. Su nihilismo lírico y sus repetitivas evanescencias sonoras generan una atracción irremediable. Y, ya digo, en ocasiones, de la sopa experimental emergen canciones muy bellas. Por eso, cuando puse en el reproductor este The Beauty of the Empty Vessel (LTM, 2005) de los Occasional Keepers, mi mente viajó de inmediato a esa tierra de hielo sónico desde la que Wratten había enviado aquellas viejas postales.



En abril del 2005, con Ian Catt (como casi siempre) a los controles y compañeros de viaje tan legendarios como Beth Arzy de Aberdeen o Michael Hiscock (sí, el Field Mice perdido), Wratten graba, junto a Caesar y Carolyne Allen de los The Wake estas canciones. Paisajes evanescentes, vaporosas travesías musicadas y secuencias aéreas apuntaladas con acentos de
indie-folk. El oyente que haya seguido a Wratten desde hace años, se sorprende dejándose caer por una pendiente que le resultará familiar. Efectivamente, este disco es la continuación de la senda trazada por los Northern Picture Library hace más de una década. Unos pasos más en ese sendero vanguardista, frígido, solitario, melancólico y hermoso. Es curioso, porque es como volver de nuevo por ese camino que creímos que habíamos dejado atrás para siempre.



Pero, el hecho es que los Occasional Keepers no son los Northern Picture Library. Más sobrios y centrados, consiguen que los pasajes ambientales encajen perfectamente con las canciones. Lo que hace diez años era fragilidad, caídas al vacío (que no siempre saltos voluntarios), intermitencias y reflejos, ahora se ha convertido en una tonalidad global que contagia todo el disco. Así, uno transita desde la deliciosa trilogía inicial compuesta por
The Bracken, Rose-Scented Fire (preciosa, preciosísima canción) y J.Carpenter Kid hacia terrenos más áridos sin ningún tipo de problemas. También hay más riqueza instrumental y una sensación menos quebradiza algo que, en estos momentos, se agradece. El Lp transita por una lasitud consciente. Atrás quedan cristalinos castillos de hielo y vahídos innecesarios. A veces, es simpático ver que tus frágiles ídolos han aprendido alguna lección emocional por el camino, como has hecho tú. La hermosura, no obstante, sigue estando presente en canciones como Desire, que surge de un magma de grabaciones ambientales, drones y reverberaciones que conforman una parte muy sustanciosa del disco.



Lunar, hipnótico, misterioso y ensoñador, en algunos momentos dotado de cierto misticismo vanguardista, este disco está muy lejos de esas preferencias
indies planetarias que siguen picoteando en lo twee con desgana. Alquimia doméstica, parálisis y hermetismo que honra a un supergrupo que deja atrás tierras prometidas para adentrarse en una tundra por la que no ha pasado nadie desde hace años. Escuchando piezas tan enimismadas como North Sea Rig y su prolongación en The Crackle of Debris no puedo dejar de preguntarme qué es lo que ve el resto del planeta en falsos vanguardistas como CocoRosie o Antony e intento imaginar en qué estaría yo pensando cuando esta maravilla se editó. Encomiable paso adelante de unas estrellas del indie-pop que no quieren vivir de herencias fáciles, The Beauty of the empty vessel me ha parecido una insólita expedición hacia tierras altas que combina modestia, sabiduría y hondura musical. Imprescindible en casi todos los sentidos.


10 comentarios:

Anónimo dijo...

Efectivamente, Occasional Keepers se presentan más sobrios y centrados que NPL en su etapa de Alaska, disco que aún guardando en su interior un buen número de sobresalientes pasajes, siempre me ha parecido de resultado algo irregular por su falta de concreción. De todos modos la carrera de NPL no se caracteriza precisamente por su inmovilismo estilístico, y yo no me centraría tanto en Alaska, no olvidemos los maravillosos 12" en Vinyl Japan o sus 7" en Sarah, que nos presentan a unos NPL bien distintos.

Muy inspirado post, entretiene infinitamente leer sobre bandas tan interesantes y atípicas como OC. Aunque me temo que no volverán a dar señales de vida nunca más.

Y brindo por LTM, que a fuerza de vaciarnos los bolsillos, está digitalizando todos los Lp's atesorados en casa durante largos años.

Saludos,
Manuel Soleado

Anónimo dijo...

Mmmm...

Field Mice tuvieron un principio espectacular, una fase intermedia menos brillante para acabar cagándola de lo lindo en algunos de sus últimos trabajos.

Sus experimentos con otros nombres (Northern - Occassional)han tenido su cosa, aunque han dado a veces una de cal y otra de arena. Parece como si no hubieran encontrado su sitio aún.

Respecto a The Wake, su carrera siempre fue TREMENDA. Desde los principios de Factory hasta el final en Sarah. Pedazo de discos, pedazo de canciones, pedazo de letras.

Hay una pieza rara a rescatar. Se trata de una canción que ya los ex-líderes de The Wake hicieron para un recopilatorio. Para esa ocasión se llamaron The Portal, y la canción ofrecida fue "Jesus from the Block". Búsquenla y disfruten

Anónimo dijo...

cuanta palabrería y qué poco gusto tienes para la música. este disco es lo peor que ha hecho nunca bob wratten, y punto.

y tu eres un pedante pretencioso que además escribe fatal.

Anónimo dijo...

Hola, esto es un oftópico de ésos, pero indi como el que más: que si alguien quiere comprar el ep de Ray Rumours / François (reseñado por Karpov hará seis o siete mensajes) que dé un paso al frente a la voz de ya y se le guarda uno. Y que si no en cualquier caso llega nueva remesa a la tienda Bang, ya conocida por todos ustedes. Besos. Gracias. Adiós.

Karpov Shelby dijo...

Bueno Manuel, yo tengo que reconocer que tengo una debilidad por el Alaska. Una debilidad personal que no se basa en criterios de calidad musical, o al menos no del todo. Sí es un disco muy irregular. Ah y LTM digitaliza parte de los tenemos y, para muchos de nosotros, se está convietiendo en una fuente de cosas que no tenemos y siempre quisimos.

Los The Wake son bastante impresionantes, sobre todo su segundo LP. A mi me encantan.

Al anónimo, decirle que tampoco me parece lo peor que ha hecha wratten en su carrera... pero mira, sobre gustos. Y respecto del resto de opiniones, la solución a sus cuitas estilísticas es tan sencilla como NO LEER Y NO COMENTAR en este blog. Más fácil imposible.

Anónimo dijo...

The Wake son de mis favoritos de Sarah, su primer Lp en el sello me parece una maravilla que desentona con gran parte del catálogo de Sarah.

Pero he de confesar que cuando me fuí pillando sus discos en Factory & Factory Benelux me decepcionaron un poco, son discos que sonoridad muy distinta, con una ambientación opresiva. Inocentemente pensaba encontrarme con los mismos The Wake que había descubierto en Sarah. Con los años he conseguido disfrutarlos como merecen, siendo también para mí su segundo Lp mi favorito.

Saludos,
Manuel Soleado

Anónimo dijo...

mmm, The Wake, a mi me encanta todo...como de Field Mice, Paca, no me dirás que su época ambiental, el for keeps y tal, te parece floja.

El anónimo es seguro uno de esos a los que le gustan los pinfloy, excepto el primer disco, ay, pringaos del mundo...

Anónimo dijo...

El anónimo era yo. Qué quieres, me dejó la novia...

Anónimo dijo...

Me parece increíble (y me parece más increíble aún que nadie haya dicho nada todavía) el muñequito este nuevo que ha puesto Karpov y que te dice el tiempo (meteorológico) que hace en Madrid, en tiempo (cronológico) real. Yo es que ya no abro las persianas, ni me molesto.

Anónimo dijo...

¿Te refieres a "profesionales" con este nivel de pringuez?:

"“Dioptria” es el disco capital de la escuela friki de Barna, el “Self Portrait” de Dylan en tono ibicenco".