La paciencia es un trabajo como cualquier otro. Saber esperar a que las circunstancias, sin darnos la razón, nos presenten la ocasión propicia ... Dejar pasar el tiempo suficiente para que el tiempo juegue a nuestro favor, esto es parte de la sabiduría y el sentimiento arácnidos. Algunas veces, la calma chicha es tan importantes en el negociado musical como la urgencia y la trepidación. Así, con cuidado, Los Tarántula han diseñado una minuciosa propuesta estética en la que han sabido trenzar referencias que muchos creíamos olvidadas, tirando de los procelosos hilos del tiempo con habilidad suficiente como para hacernos olvidar la naturaleza verdadera de su sustento espiritual. Esto, tal vez sea ponerse tremebundo pero es que, para aproximarse al artificio lírico de los barceloneses, es mejor colocarse los anteojos de lo tremendo y examinar con primor su calculador esteticismo.
Porque los Tarántula han sabido tejer una red tupida y extensa. Una red que, unos días, se llama Producciones Doradas y, al día siguiente Tarantulismo . En ocasiones es Silvia Coral la que se bambolea en ella y en otras es Joe Crepúsculo . Todo con un calculado sentido de lo feo y una penetrante pedantería, que travisten de minimal laconismo, y un concepto en el que cabe perfectamente el pop de arrabal cultural y el, siempre vergonzoso, sentimiento lírico, enmascarado con ironía, eso sí. Y Tarantula, siempre en el centro de esa tela en la que ahora cae un album gratuíto (calculado acierto y magistral golpe), Esperando a Ramón (por favor, descargarlo aquí), haciendo de la caca fino hilo de seda. Si me permiten la expresión.
Los Tarántula han comido una caca artie que han digerido con paciencia hasta transformarla en este album. Han devorado los cadáveres de La Movida y de los Pegamoides Siniestros para devolver habaneras seudo-situacionistas. Han comido las sobras de los Burning (lo que podía recalentarse con la microonda del resabio) y, sobre todo, se han comido al Corcobado muerto e insepulto (en lo artístico, ojo), logrando que les anime un poco su trasfondo canalla y portuario, aunque no sus formas de maldito de baratillo. El espíritu del pequeño y saturnal crooner no ha contagiado con su peculiar y tragicómica autenticidad al combo de Barcelona, pero es que no se puede tener todo. Los pactos con el Demonio del Concepto dan de sí lo que dan de sí. Tampoco han atrapado a los Derribos Arias en su malla (no hagan caso de lo que oyen por ahí), pero han sabido imitar algún reflejo .
La meticulosidad de Los Tarántula no está hecha, definitivamente, para exponerse en directo . A estos arácnidos les va mucho más el umbrío y equívoco anonimato fonográfico. Así, Esperando a Ramón, escucha tras escucha se convierte en un obsesivo viaje al corazón de nuestras particulares tinieblas. Bo' Didley dicen algunos, cuando escuchan Martillos, puede ser, sonido rockabilly, Suicide ... pero también Loquillo y su Rompeolas que aparecen, como un cuerpo muerto y flotante, en Reina de la Noche. También hay algo raro en Huída de interpretando... ¿Lujo? No, pero sí una miseria calculada y calibrada para hacerla pasar por bisuteria 80s. A veces el siniestrismo vira hacia un sonido nuevo romántico hispano ... otro matiz, enrarecido. Hits como Empresarios y secretas o Amarraje tienen aire a estudio de taxidermista. Y aún así, la intencionalidad es lo que cuenta. La intencionalidad, mejor en disco, aparece como construcción cultural a medio camino entre el exorcismo de obsesiones pretéritas (Estamos en crisis y su irónico aire corcobadista), chistes a cuenta del imposible de una vanguardia española en Cataluña (Esperando a Ramón, soberbia) o agobiantes elegías a la nada (Como un cetáceo, inenarrable estupidez con un algo, no les digo ya que no). Calculadores en lo conceptual, Tarántula han destilado una excreción peculiar, extrañamente freudiana en lo musical, una caca que se hace seda (pero que tampoco descarten que vuelva a ser caca al poco tiempo), ya decía al principio, y que casi ha conseguido consagrarles como unos infernales sosías marineros de Astrud. Movimientos espasmódicos para bailar la música resabiada de nuestros crepúsculos en nuestros efímeros infiernos, por decirlo de una manera que, espero, les guste a ellos.
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3 comentarios:
Hombre, tampoco creo yo que sea para ponerse tan escatológico, que aquí pasamos de las guitarras tintineantes, las luminarias indies y la palpitante rutilancia colorista directamente a la caca. Y los indies también cagan, aunque ellos crean que no y quede feo recordárselo. En otras palabras, que discrepo, que Tarántula molan también en directo. Lo demás todo guay.
Ey, que el anonymous era yo.
La palpitante rutilancia colorista ... ja, ja, ja.
Pero yo lo que estaba diciendo, de una lírica y corcobadiana manera es que Tarántula mola. Y, si me apuras, anónimo, hasta Corcobado a estas alturas empieza a molar.
El otro día vi unas fotos en su página y qué cosquilleo me dio al verle blandiendo su guitarra Tormenta.
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