09 junio 2006

The Pipettes, poluciones musicadas



Son frescas, simpáticas, pizpiretas y candorosas. Son la nueva sensación del planeta indie-pop. Las Pipettes traen a unos y otros de cabeza con sus chispeantes coreografías, sus trajecitos de colegialas, sus guiños pícaros y sus picantes canciones, llenas de sobreentendidos y melodías obvias. El último timo de la temporada estrena su esperado larga duración, tras una triunfal e inteligente campaña de promoción basada en el lanzamiento continuado de singles en acreditadas y mínimas disqueras; We are the Pipettes (Memphis Industries, 2006) se convierte así no tanto en uno de los discos más esperados del verano, como en un experimento de fusión de la estética del twee pop con la de la prostitución vía Internet. Se puede tomar como el principio o el final de una Era pero, de lo que no cabe duda, es de que esto es parte del futuro, amigos.

No es tan fácil como piensan los actuales alquimistas de la mercadotecnia musical generar un producto que incorpore de serie el encanto u otros codiciados intangibles culturales. Precisamente, escuchando la hermosa e inabarcable antología de Kirsty McColl, From Croydon to Cuba (Virgin, 2005; de obligada adquisición), pensaba en la voz y el arte de la Kirsty y en cómo no sólo es capaz de sobreponerse en ocasiones a arreglos y géneros muy cuestionables sino de dotarlos de un aura especial y excitante capaz de remover nuestras estáticas estéticas (ese calipso-chicle delicioso). Pensé entonces en las Pipettes y en los horribles ejercicios de taxidermia que pratican sin rubor alguno. También pensé en la obscena manera de disfrazar con guiños para el entendido una propuesta que basa todo su éxito en la explotación sistemática de lugares comunes propios de la tensión sexual (por ahora) no resuelta.



Porque estas Pipettes ejercen con inteligencia de lolitas indies(gafas de pasta, uniforme de colegio, piruletas felatorias, bailecitos sugerentes), mientras facturan un insultante pop orientado a jóvenes adultos solteros y de género masculino. Una rubita, otra morena, una pelirroja. Mmmmm..., ¿cuál es tu favorita? Letras pícaras, guiños a las Shangri-Las, encubiertas referencias picantes.



Me extraña que en el envés de los singles no se especifique si se acepta o no VISA. Si se recibe en casa o en hotel... El producto perfecto. Pobre Ana da Silva, pobre Amelia Fletcher, pobres Dolly Mixture, a las que con tanto descaro han copiado la propuesta para despojarla de toda sombra subversiva... Pobres chicas del indie pop que tanto hicieron por militar en grupos, discográficas o fanzines, por ejercer una presencia activa en el mundo musical, negándose a aceptar el juego sucio de la mujer-florero. Toda una tradición arrojada a la basura por estas tres lagartas que facturan un pop vulgar para una audiencia envejecida que prefiere vivir un sueño rijoso con muñecas-putas, vestidas de Talulahs de carnaval. No somos unos salvajes, no obstante, aquí cada referencia a la cultura pop está en su sitio. Y es que somos todos muy sensibles, sobre todo si hay chicas delante.




Es cierto lo que pueden pensar muchos, múltiples estrellas femeninas han empleado la sexualidad como un elemento más para que su propuesta llegase a las listas de éxito. Sin embargo, en el caso de las Pipettes, este juego es sólo acto reflejo, eterno retorno, escenificacón. Durante los 60s, 70s e incluso 80s, las referencias sexuales respondían a una picardía general, a un desahogo y a un deseo estructural. A las ganas de echarse a bailar con todos los chicos y las chicas que fuese necesario. Ahora, mientras veo los vídeos de las Pipettes en YouTube, pienso en esa legión planetaria de onanistas solitarios que enaltecen la magia del prefabricado trío por considerarlos una suerte de terapia sustitutiva que les ahorre el engorro de tener que acercarse a hablar con las chiquitas de su bloque. Ya digo,las Pipettes nos colocan a un paso de la indie-prostitución. Válvula de escape del puritanismo imperante. Poluciones musicadas, en suma, frente a la pantalla del Soulseek.



Todo salpimentado por la insoportable vulgaridad de unas canciones tan tópicas como Dirty Mind, Your kisses are wasted on me o It hurts to see you in the dance floor, que buscan una complicidad gris, triste y un poco culpable con el oyente. No, las Pipettes no son buenas. Y que nadie me hable del homenaje que rinden al Beyond the Valley of the Dolls de Russ Meyer en el vídeo-clip de Pull shapes... que me da auténticos escalofríos.







Pipettes, junto a Smoosh, forman, por tanto, parte de esa creciente transformación de la imaginación musical colectiva en un puticlub donde ya se ha empezado a mercadear con referencias de culteranismo pop; donde, al paso que vamos, se van a ofrecer, además, servicios especializados para caballeros alternativos que quieren que, inocentes Amelias les reciten la discografía de The Association de memoria, y que luego, levantándose un poco las gafitas retro, les hagan una felación. Mercadotecnia musico-sexual, en suma, para ganar la partida económica que supone ese segmento poblacional sin hijos, que sale poco y que cuenta con un presupuesto relativamente alto que gastar en cultura popular. Y es que las hijas de la post-modernidad vienen ya así de preparadas para engatusar a un planeta de jóvenes adultos eternos obsesionados. Bienvenidos, por tanto, al peep-show pop. Miren cómo gira la bola de espejos. En la cabina uno, dispuestas a colmar sus sueños... ¡The Pipettes! Por supuesto, se acabará aceptando VISA.



P.S. Aquí, en nuestra entrañable Celtiberia, esta tendencia ha sido traducida al esperpéntico y sórdido registro local. Prin La Lá, son la demostración de, que pese a estar sumamente globalizada, la miseria estética todavía puede dotarse de pintorescos acentos autóctonos.


Trackback razonado e informativo



15 comentarios:

Anónimo dijo...

Menos mal que estabas entregado a la bondad, que si no. Suscribo lo que dices de pe a pa.

Karpov Shelby dijo...

Bueno, tampoco creo yo que diga nada malo, Botibol. Está a la vista para culaquiera que haya visto los vídeos y, sobre todo, haya escuchado el LP. Por cierto, producido por uno de los Go Team! para los curiosos de lo moderno...

Anónimo dijo...

Yo esto lo veo como una acto de bondad del Karpov ¿eh? Vamos, un avisito bastante dulce.

joan dijo...

pues a mí me gustan mucho, y me parece una tremenda (tremendísima) exageración... ¡y lo de la tensión sexual ya estaba inventado incluso desde antes de elvis!

Karpov Shelby dijo...

Si el disco hubiese sido bueno, no me molestaría tanto el montaje en cuestión. La pregunta es ¿gustaría tanto ese disco si no fuese porque son tres chiquitas pizpiretas y saltarinas? Yo creo que no, porque es muy, muy del montón.

Lo que molesta es que vengan con el marchamo indie. Yo, personalmente prefiero seguir añorando a Shampoo...

Muchas gracias por el link. En lo de François si que estamos de acuerdo.

Anónimo dijo...

Cito:

"¡y lo de la tensión sexual ya estaba inventado incluso desde antes de elvis!"

Ya la utiliza el mainstream desde Elvis, sí, y desde Hank Williams si se apura...Lo chocante es lo bien que funciona en este cambio de ámbito. El disco es nauseabundo, por otra parte, parejo al salto que han dado belleandsebastian con el último suyo. Pero vamos, que casi que mola más que se publiquen discos tan ostentosos en su pobreza que las mediocridades disfrazadas de arqueología postdatada que salen del indie americano últimamente, los arcade, los deadly snakes, los morning jacket, los spinto band...joder.

Anónimo dijo...

Bueno, ya lo dice el célebre haiku:

Ojo, que no es lo mismo
Tensión sexual
Que calientapollismo.

Anónimo dijo...

Os lo dice un fan de las Tatu...

Karpov Shelby dijo...

Bienvenido de vuelta desde el mar, doggy.

Como grupo prefabricado y con ánimo provocador a mi me parecen má modernas, más de culto y menos pedorras las t.A.t.U.

Las canciones eran mejores, la producción era ultramoderna y la mercantilización más extrema, desvergozada y elaborada.

Estas me parecen como de baratillo comparadas con las malignas rusas lesbo-liberales

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo respecto al maravilloso DVD de Kirsty MacColl, debilidad personal mía y mujer dotada de gracia y frescura inigualable. Compra obligada, efectivamente.

En cuanto a las niñas Pipettes, yo me declaro fans total de ellas, y después de la escucha de su Lp, pese a su patética producción, me mantengo en mis trece. Símplemente es cuestión de puntos de vista y actitud a la hora de afrontar su música, yo lo hago con cierta ligereza y jamás me detendría a efectuar un análisis como el suyo. En mi opinión no lo merecen, y no es por desprecio, es enfrentarme a ellas en busca de un puro y fugaz entretenimiento que para mí representan. Sí es verdad que el producto huele a fraude ¿qué problema hay en ello mientras lo tengamos claro?.

Saludos,

Anónimo dijo...

yo no he escuchado el disco, pero el video con la tía en bolas pixelizada me ha dejado tonta. destila el mismito erotismo erótico que los anuncios de la tele de champú, helados, cosméticos, yogures, galletas, hornos de autolimpieza catalítica, etc.
a las que hay que añorar es a las Kenickie, Shelby, que se ha olvidado usted de ellas. tan majas, tan andergraund y tan sinceras.
y éstas a mí me parecen más bien unas Go-go's pero de ahora, con un toquecito indie.
tanto como fraude... no creo que las muchachas tengan como objetivo engañar a indis despistados. quizá llevárselo crudo se aproxime más a sus deseos más íntimos

besos

Anónimo dijo...

A mi las Pipettes esas simplemente no me dicen NADA. Tres sosainas cantando paridas y moviendo las manitas. Unas Ketchup del mundo indi.

Yo no las compararía con las Dolly Mixture ni con los Talulah porque es que no hay color. Ni con las prim La La que, aunque me hacen gracia, no dejan de ser un invento prefabricado de el coleguita ese de los Flow. Porcier, que ya puede darse prisa en grabarles algo pronto porque las niñas crecen y van a perder el tirón pedófilo pronto!

Besis

Karpov Shelby dijo...

Pues, efectivamente puede que estas Pipettes al final no merezcan más comentario que el que merecería una Hillary Duff. Pero con la Duff el mundo alter-indi no sería tan benévolo. Aunque sea más pintona que las tres piepetas juntas.

Es cierto que el trío es tan mediocre como las Go Go's (un grupo mainstream, no lo olvidemos). Que cantan paridas también es cierto.

Lo de Prin La La, por otra parte, es una cosa de la España negra. Mismamente como los propios Flow.

Anónimo dijo...

¡A la Duff ni tocarla! la mejor cerveza

Anónimo dijo...

se podria decir que son la version de las Ketchup?
(gracias a Romi del pendulo que me introdujo a este blog, saludos)

Very Moz