16 mayo 2007

Miércoles con Federica. Viejos amigos


Esta mañana ha sido un poco extraña. Salgo a hacer un par de cosas y me encuentro con gente que hacía así como diez años que no veía. En momentos así, se te vienen a la cabeza cantidad de cosas, ya que – imagino- nuestras vidas han debido pasar por tantas historias que lo que antes nos unía, ahora se convierte en una mera anécdota del pasado. Hablamos de banalidades, como si uno tuviéramos miedo del otro, y nos despedimos con una frialdad tremenda, como si nos hubiéramos conocido hace 10 minutos.


Hubo una época en la que me entró curiosidad saber lo que había ocurrido con gente con la que había compartido muy buenos momentos e incluso años de mi vida, pero a las que, por cosas de la vida, perdí el rastro. Un buen montón de años fuera de España pueden con muchas cosas, y la distancia tampoco perdona la amistad, sobre todo en unos años decisivos en las vidas personales, en las que algunos agraciados se ven catapultados al estrellato - social, económico, laboral – y otros seguimos disfrutando de una vida más o menos estándar luchando por llevar una existencia digna.



Me acuerdo que una vez descubrí una vieja agenda con teléfonos de amigos de la facultad. Jovencitos y jovencitas con los que compartí risas, apuntes, pellas, conciertos, películas, drogas y un sinfín de experiencias de todo tipo. Ojeé aquello y vi que en esas páginas estaban todos y todas: Eva, Colero, Vampirita, Paloma, Carlos ... me pregunté qué había sido de ellos, e incluso cogí el teléfono dispuesto a intentar ponerme en contacto con alguno, pero el miedo me venció. ¿Qué iba a decirles después de más de diez años? ¿Te acuerdas de mi? ¿Qué es de tu vida? 10 –15 años dan para tanto, que la respuesta podría llegar a congelarme y, quieras que no, siempre te queda la cosa de ser tú el que te metes en vidas ajenas (“¿y qué narices hace éste llamando después de 12 años?”)y que, por muchas experiencias comunes que tuviéramos, la gente cambia TANTO, que sabe Dios lo que podría encontrarme.

Los escasos intentos por recuperar las cenizas que podrían quedar del pasado siempre han resultado desalentadores. Es como si el encanto de esas personas se hubiera difuminado, ya que cada cual ha seguido su historia personal y no funciona lo de quedar para ver cómo nos ha ido a ambas partes durante todo este tiempo. Muchas personas hablan de la juventud como la época más dura, pero a mí me resulta más tremenda la época por encima de los 30 años, que es cuando cada cual elige subir, catapultarse con los medios que tenga, o seguir una vida más tranquilita. En el cole y/o la facultad todos somos más o menos iguales - estudiantes al fin y al cabo,- pero a partir de los 30 la cosa cambia. O aprovechas el momento para el estrellato o te olvidas de eso para siempre. Y da la casualidad que es en estos años cuando el estatus social aparece como elemento delimitador, cuando la gente parece unirse por algo más que por la mera amistad, teniendo un papel esencial el uso del otro como contacto (“he quedado a comer con fulanito, que es Director de XXXXX), o el descubrimiento de actividades sociales (pádel, golf, etc) utilizadas para distanciarte del resto que se ha quedado a otro nivel. Y eso por no entrar en el factor inmobiliario, es decir, lo que han logrado LA CASA (casaza o chalecito) cuando los demás seguimos con la casa (alquilada o lugar sin muchas pretensiones).





Eso es más o menos lo que me ha ocurrido hoy. Uno de mis encuentros era una persona de esas que ves y conoces en los conciertos. Me comenta su meteórica carrera profesional, y que ya no asiste a conciertos. Me dice que si yo “sigo yendo a esas cosas”, con una especie de curiosidad mezclada con desdén. Yo no sé cómo responderle, y me limito a decirle que “a veces”. No sé cómo hablar de nada, porque, simplemente, el lazo que nos unía es más superficial de lo que yo pensaba hace 15 años. La música ... esa cosa que está bien cuando eres joven, pero que es totalmente secundario cuando tu vida te lleva por otros derroteros laborales, y que es innecesaria en ambientes en donde hasta queda mal hablar de ello. Y esto me hace pensar que, igual, los que seguimos todavía interesándonos por este tipo de cosas bien pasados los treinta somos una especie de peterpanes, y que seguimos aferrándonos a nuestras canciones como un clavo ardiendo contra el que evitar el envejecimiento y, por qué no, como un arma para luchar contra todo lo que no hemos podido alcanzar y/o hemos repudiado: el chalecito, los puestos de dirección, la actitud trepa o las partidas de pádel. En definitiva, como un ejercicio de REBELDÍA contra el conformismo dominante que nos rodea.



Siempre te queda la cosa de saber si vale más la ambición y el poder económico que eso conlleva que la búsqueda de esquemas laborales alternativos y la supervivencia diaria. O si la sensación que aún se siente al escuchar/ver/leer algo innovador es superior a la adrenalina que puede generarse al ver la cuenta de resultados de una empresa de prestigio o a lograr un reto dentro de una organización.

Confusión total.

Federica Pulla

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy chungo eso de recuperar viejas amistades, yo lo procuro evitar a toda costa. Gente a la que quise mucho es su momento ahora son casi completos desconocidos a los que no tengo gran cosa que decirles. Mejor conservar el recuerdo.
Hace poco me encontré por la calle a mi mejor amigo de infancia y adolescencia, al que hacía mucho que no veía, convertido en un yupi triunfador. Como había más gente es tío estuvo presumiendo de lo bien que le iban las cosas y dándonos la gran paliza con su trabajo, pero a la hora de irse se ofreció a llevarme a casa. En el trayecto empezó a quejarse de la mierda de vida que tenía, estaba con una mujer que le daba igual por no estar sólo, trabajaba como un cabrón para llevar el ritmo de vida que quería, la hipoteca de su casa-de-puta-madre-con-jardín-y
-piscina-en-un-pueblo-guay se lo comía todo, y el pago del BMW descapotable tampoco ayudaba demasiado. En fin, que me dió cantidad de pena. Si eso es triunfar, que triunfe otro.
AL final nos dimos el número de móvil y quedamos en llamarnos e ir yo un día a su casa...hace más de medio año y no lo he hecho, ni creo que lo haga, prefiero recordar cuando jugábamos felices al baloncesto hace 20 años.

Anónimo dijo...

Fedérica, a mí no me caben dudas. Habiendo estado en las trincheras del otro lado, es fácil descubrir que sus satisfacciones son mera apariencia. Lo de ellos es sobrevivir, hasta que se les para la patata y la rueda pone otro engranaje.

Es mucho más divertido el Me & You Vs The World.

Anónimo dijo...

Estoy seguro que así lo es, y que "the grass is NOT always greener on the other side", pero es que me han dado una de palos de ese tipo últimamente...

Lo de ayer fue el colmo de los colmos... que si era gerente de no sé cuántos almacenes de logística, que si estaba buscando una mesa de 3 x 5 metros para su terraza chiquitita (¡¡¡ cómo sería la grande !!!)... y eso que la última vez que le vi era un chico "normal". ¡¡ Cielos !! Siempre piensas si la gente cambia, si tú cambias, o si te has quedado atascado en un momento del pasado.

Anónimo dijo...

¿Gerente de almacenes de logística? No le arriendo la ganancia. ¡Qué horror, por Dios!

Anónimo dijo...

Yo tambien lo tengo claro, aunque en ocasiones tengo esos sentimientos de los que hablas, de falta de ambicion, de "fracaso" en la escala social o si se prefiere el "no triunfo".

Todavia no he llegado a los 30 pero desde hace tiempo ya he notado esa "carrera" entre mis amigos y ex-compañeros de universidad.

De hecho, ahora mismo estoy en la fase de perdida de una amistad por este motivo.
Somos amigas desde hace mas de 10 años, y siempre hemos sido muy diferentes, pero ahora se acentua todavia mas la diferencia.
Ella ya tiene dos carreras, es responsable de calidad de los sandwiches del Vips, esta encantada porque le han puesto a una machaquita totalmente inepta, no se sienta en una terraza de verano porque es "de viejos" (mayores de 30), su unica aficion es salir de discotecas donde conoce y dice tener un montón de amigos (que luego no estan cuando llora porque se siente sola), su sueño es vivir en un sitio "con calidad de vida", se desvive por la imagen("solo tios depilados, graciaaaas") y por comprarse un coche mas grande.
No dudo que ascenderá mucho, de que se casará porque no soporta la soledad y tendra un chalet pero, ¿ a costa de que? Hoy por hoy ya es muy infeliz, y tiene mas de lo que mucha gente desearía.

Es una pena, pero no me aporta nada, yo no soy ni quiero ser así, no quiero trepar sino vivir.

En cuanto a lo de la musica como refugio y rebeldia, creo que has dado en el clavo, a mi me gustaria seguir yendo a conciertos hasta que el cuerpo y oido aguante.
La gente que pierde "esas" cosas es porque realmente nunca las sintio tanto y cree que el ser una persona respetable consiste en hacer cosas propias de la edad y el estatus.
Tambien influye el estilo musical. Si siempre has sido aficionado al jazz o a la musica clasica, no hay problema, puedes serlo hasta los 90 años. Pero es muy diferente, cuando lo que te mueve es el pop. No se porqué parece que la musica pop solo la pueda disfrutar la gente mas joven.


Un saludo

Anónimo dijo...

Interesante este último comentario respecto a lo de la edad de disfrutar determinado tipo de música porque creo que hay algo de razón. Al menos yo ya lo noto que voy buscando meterme en la búsqueda de nuevos estilos: jazz, reggae, etc y en la de los buenos discos del pasado y como que las nuevas modas me parecen ajenas a mi edad. Voy buscando más la calidad en la composición. P. ejem. hace poco descubrí a Jimmy Webb, un compositor increíble que empezó a finales de los 60 y me he preguntado cómo es que no lo había conocido antes y me entero que está considerado un autor de culto dentro del AOR (Adult Oriented Rock). O sea que ya soy un adulto (musicalmente hablando). Parece que con los años te guías más por la cabeza que por la adrenalina; debe ser un proceso natural...

Respecto a lo del reencuentro de los viejos amigos tras mucho tiempo, existe el lógico tema de las comparaciones (que son odiosas) acerca de a quién le habrá ido mejor. Es inevitable y ley de vida supongo. Yo creo que no es incompatible cultivarte culturalmente con promocionarte en tu profesión, aunque suponga renunciar a algunas cosas. Tengo un primo político cuarentón que es jefazo de una empresa y me he enterado hace poco durante la boda de un primo, que le gusta la música y va a conciertos de Bruce Springsteen, The Who, Dire Straits, etc. Algo es algo!

Anónimo dijo...

les leo... con los puñitos apretados y casi 30 añazos
cómo era la frasecita final de esa pedante película francesa? "el tiempo se lo come tó"?

Anónimo dijo...

¿responsable de calidad de los sandwiches del Vip? ?Pero qué mierda es ésta? ¿Una colección del museo de los horrores en versión laboral?

Anónimo dijo...

"sólo tíos depilados, graciaaas"... ja ja ja!!!! me ha encantado. Si me viese las piernas esta señorita seguramente le da un ataque de ansiedad.
Y vaya curro más exótico que tiene, se lo debe pasar de muerte en la oficina.

Anónimo dijo...

¡Venceremos!

Ánimo, Pulla.

Las dudas y confusiones son parte necesaria de la lucha, le pasó al mismo Cristo en el desierto.

El Dios del rock está de nuestro lado.