09 marzo 2007

Comportamientos infantiles


Mi relación con el cavernicolista y legendario Billy Childish no ha pasado nunca la barrera del respeto nominal y de una cierta curiosidad formal. Autor de una discografía literalmente inabarcable, Childish es un inquieto, prolífico y polifacético artista de lo suyo. Y lo suyo, lo pillas o no lo pillas. Es lo que tiene ser de culto, todo el mundo te respeta pero la monumentalidad de tu figura puede echar para atrás a los menos avezados.

Por eso, sólo en dos ocasiones me he decidido a acercarme hasta el umbral del mundo de Billy Childish. La primera fue hace muchísimos años; en un largo viaje en tren, tuve la ocasión de leer el libro de poemas Poems to break the hart of impossible princeses (algunos años después, se lo regalaría Nick Cave a Kylie Minogue para ligársela). La segunda ocasión se presentó la noche pasada; a los pies del escenario de la Sala El Sol, volví a cruzar el espejo y meter la nariz en el amplio, autorreferencial, universo Childish. Eso sí, a la karpoviana manera: sin haber escuchado ni un mal elepé del interfecto.



¡Ay, las lagunitas de Karpov! Toda su vida leyendo sobre Billy Childish (no en vano está en tercer lugar como persona de la que más se ha escrito en la revista Ruta 66) y sin haber tenido ni un rato para sentarse a escuchar un disco. Sin embargo, la diletancia y la curiosidad acaban por salvarme. Éstos son los sentimientos que me hizo acercarme un rato para ver al cenutrio bardo de Chatman. Para una vez que toca (desde el 94 no se le había visto el pelo), no me voy a perder la ocasión de saber qué es lo que se canta el Childish y cómo. Así que, así, con lo puesto, en un gesto muy Madrid, me apresto a meter la nariz en un evento que promete ser de culto total. Que nadie se tome esto como una reseña autorizada, por tanto. Ya digo que no lo es. Sólo como el cuento sin final de una velada de rock de garage.






Porque la velada fue eso. Una velada de rock de garage, sesentero, ruidoso y festivo. Poco más dio de si la cosa. Vestido de guardia real, en un estilo a medio camino entre los Beatles y los Downliners Sect, luciendo un poblado bigote y una sonrisa atractiva y amable, se presentó en formato trío bajo el nombre de Billy Childish & The Musicians of the British Empire. Ya me avisó antes de entrar el amable Joan Vich de que la cosa sería extravagante, inglesa, divertida y original... Y, en cierta medida tenía razón. Sin embargo, quienes pensábamos, erroneamente, que el show de estos Caballeros del Imperio Británico Underground iba a dar mucho más de si nos quedamos con tres palmos de narices. Haciendo gala de una ejecución impecable, revivalista y bastante manierista, el trío no soltó el raca-raca de guitarras aceradas, ni las versiones de rythm&blues, ni el pop animal de los sesenta más abrasivos y todo eso... puro rítmo de garage. Rítmico y salvaje ¡Ye-ye! Mil versiones y mil canciones más que parecían versiones jalonaron la noche para disfrute de una in-crew (parroquia, en este caso) de malasañeros que, puño en alto, se desgañitaban ante el buen hacer de Billy y compañía. El problema es que, esta propuesta divierte durante la primera media hora, pero a medida que avanza el concierto, se desliza hacia el tedio, el guiño fácil, el lugar común, el aullido previsible, el exceso de forma... y uno se plantea si hay algún fondo detrás de tan elaborada escenificación de lo primigenio. El fiel fan, eso sí, lo pasaría pipa con el espectáculo.


Mira, ni siquiera suda... me decía, un amigo al oído cuando el concierto se acercaba a su ecuador y ya se veía que la cosa no daría mucho más de si. Y es cierto, Childish no se inmuta. Él a su bola que para eso es el personaje de culto. Al final, todo el concierto fue una celebración de eso precisamente, de Billy y de su culto en Madrid. Del culto al garage y a los berridos sesenteros, a la psicotronía galopante y castiza a las guitarras y amplis vox, a los perfectos sonidos mono y al proto-punk ese famoso que se remonta hasta el incio de la historia de la música. Rodeado del todo Madrid, claro (hasta dueños de tiendas de discos se dejaron caer por allí, lo nunca visto), Billy se desgañitó con lo suyo un par de horitas. Y lo suyo, ya decía al principio, lo pillas o no lo pillas. Y yo, anoche, no acabé de pillarlo del todo.


Para quien quiera otra versión de los conciertos de Childish en esta gira española, Ivan Polyon lo cuenta tal y cómo lo vió con sus propios ojos.


Como actualización y anexo a este post, no puedo evitar incluir estas notas que me envía amablemente nuestra querida Pía (gracias, como siempre). Resúmen bien esa otra faceta artística de Childish que nos hizo albergar grandes esperanzas sobre su heterodoxia. Incluído el noviazgo con la artista Tracey Emin, a la que este blog reverencia por múltiples, variopintas, artísticas y supra-artísticas razones.




http://en.wikipedia.org/wiki/Stuckism

http://en.wikipedia.org/wiki/The_Upper_Room_%28paintings%29

http://www.stuckism.com/emin.html
http://www.stuckism.com/childish/ChildishOnStrangeland.html

Emin's relationship with the artist and musician Billy Childish led to the name of the Stuckism movement in 1999. Childish, who had mocked Emin's new affiliation to conceptualism in the early 90's, was told by Emin, "Your paintings are stuck, you are stuck! – Stuck! Stuck! Stuck!" (that is, stuck in the past for not accepting the Young British Artists approach to art). He recorded the incident in the poem, "Poem for a Pissed Off Wife" published in "Big Hart and Balls" Hangman Books 1994, from which Charles Thomson, who knew them both, later coined the term Stuckism.

Emin and Childish had remained on friendly terms up until 1999, but the activities of the Stuckist group offended her and caused a lasting rift with Childish.


Billy Childish & The Musicians of the British Empire tocaron la noche del 8 de marzo en la sala El Sol de Madrid.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Joer... según lo pintas tuvo que ser horroroso ... "sonidos malasañeros" ... "rock de garaje" ... "puños en alto" ... "dueños de tiendas de discos"

Glub!

Anónimo dijo...

Me contaron que fue un evento pub-rock. ¿Tú qué opinas?

Anónimo dijo...

Suscribo el post de Karpov de pe a pa. Pero, federica ¿qué es Billy Chidish sino todo lo que acabas de ennumerar? A mí me sorprende que les sorprendiera a algunos encontrarse eso. Sin embargo, el 80% de la afición que allí estaba parece que sabía exactamente lo que iba a ver ¿no? ay, ay, ay... a estas alturas a quien se la haya caído un mito del garage peor pa él. Je, je, eso pasa por ser fanes de esta peña. yo me lo pasé chupi a ratos, muy parecido al concierto de Brian Wilson, por cierto, pero dándome menos grima. Y esa versión de los who!! ya se la podían haber tocado otra vez para cerrar.
y proporcionalmente hasta había menos colas que en el concieto de las Prim la lá, lo cual no es un piropo, claro.

pia

pd. un libro horrible del Billy Childish que te hace perder el interés en él es el requetechungo y lydialunchesco "Cuadernos de una juventud al desnudo". ¡puagh, qué chungo!

Anónimo dijo...

Entretenimeinto británico, versiones y parodias de éxitos ajenos antediluvianos, cosas que se disfrutan en el Ave Turuta con una buena pinta en la mano. ¡Qué grandes eran los Dr. Feelgood!

MJ dijo...

Pues sí, me lo pasé pipa.

Anónimo dijo...

Pía, yo creía que no una, sino TODAS las que se tocó eran o de los Who o de los Hamsters, a lo mejor alguna de los Ducks de Luxe...

Anónimo dijo...

Me refería a A quick one.., la de "you are forgiven", que fue increíble ¿qué no? Parte de la primera media hora buena.

Anónimo dijo...

Y no olvidemos ese "Misty Water" de los Kinks, aunque demasiado juliganizada.

Jo, el Ave turuta, qué pasada de garito. Ya molaría el Sol con alfombras en las paredes, barandillas de maderita y una máquina del Trivial.

hey Karpov, al final ¿le currásteis al millonario? Cuenta, cuenta...

Karpov Shelby dijo...

El evento más que pub-rock fue una cosa de garage de siempre. Es cierto que nada hacía pensar que tuviese que ser diferente. A veces nos creemos nuestras propias pajas mentales y esto del artista de culto es muy propicio para esperar vanguardismos donde no los hay. Elclásico que son molinos...

Yo, como pía y jesus miguel, lo pasé bien. Pero solo la primera media hora. El resto pues un poco BUF!

Iván Conte dijo...

Jo, está resultando controvertida la visita de Childish a Madrid!

Tengo que subrayar que en el concierto de Gijón Childish estuvo mucho más cercano. Lo digo porque según os leo parece que en Madrid fue un poco de eso que dice Karpov, de estrella de culto. Serían los disfraces, sería lo pequeño y entrañable del local o lo que fuese, pero el tío no paraba de reír, mirar y charlar con el público. Ya digo que a mí el concierto no me entusiasmó como si lo hizo el que dio en el Euroyeye el pasado año, de todos modos. Aquel sí que fue un conciertazo.

Regiones Devastadas dijo...

No, no, si aquí en Madrid también estuvo hablador y risueño y cercano. Se hizo pesadote por lo largo, pero vamos, como en los discos. C y yo lo pasamos bastante bien, también es cierto que vimos la función desde un sitio alejado pero muy bien situado (que dirían los Bananas), y pudimos disfrutar tanto de toda la parafernalia del Childish como de un die hard fan de primera fila que le hacía unos aspavientos... ¡hasta golpes en la cabeza se daba con las manos! Si el otro llega a hacer unos cuartos bises (que faltó un tris) yo creo que le da algo.

En cuanto a su producción musical, ya solo por ser el alma pater de las Delmonas y las Headcoatees me tiene ganado, pero es que además si pienso en los discos de Holly Golightly en solitario, ya es que beso el suelo que pisa (ya me supongo que ahí el mérito es de la propia Holly, pero el Billy no deja de ser el catalizador).

Si a eso le añadimos lo impúdico del personaje para generar amarillismos más o menos tragicómicos (muy oportuna la ampliación del post, por cierto, esos detalles sobre el sexo anal con la Emin...), pues a ver quién da más por menos.

Ahora, eso sí, vanguardia el Childish no da, pero es que los olmos tampoco dan peras.

joan dijo...

estoy de acuerdo con el comentario: yo me lo pasé muy bien, pero con veinte minutos menos de concierto hubiera sido aún mejor. claro que también influye el terrible horario de los conciertos en el Sol...