Lo prometido es deuda en Karpov! Hablábamos, al final de esta semana, de los australianos The Zebras. Pues bien, aquí está la crónica de su concierto madrileño. Lo prometido es deuda también en el universo de los Zebras; las bonitas canciones de su disco no sólo mantienen sus cualidades en directo sino que se dotan de flamígeros y sorprendentes matices. De no haber estado la sala desértica, los australianos podían haber dado un concierto de aupa. Pero es muy difícil, hay que reconocerlo, clamar en el desierto.
Y, a pesar de todo, las pocas, poquísimas, personas que ayer nos acercamos al Barbarella Club, salimos más que satisfechos del concierto que dieron estos titanes antipodeanos cuya propuesta en vivo no pierde un ápice de dulzura, melodía o gusto. Todo aquello que admirábamos el otro día en ellos, está presente en su directo; tamizado, eso sí, por unas dosis muy notables de white noise que convierten sus canciones en enérgicas y minimales bombas melódicas. Los Zebras aparecieron con puntualidad sobre el escenario a eso de las once de la noche. Previamente, los Yeepee, debieron dar un concierto tremendamente tedioso. La verdad es que, a pesar de las edades cada vez más bíblicas de los que formamos la maltrecha comunidad indie, el viernes noche no apetece nada de nada meterse entre pecho y espalda un conciertito de pop acústico, melancólico, lento, tristón. El dúo franchute se pegó, como es natural, un batacazo tremendo... Sala vacía, un público sentado al fondo que no se molestaba ni siquiera en aplaudir al las canciónes y una atmósfera digna de película de Todd Solondz. Dos canciones y nos vamos a tomar una pizza erótica y unas cañas a la legendaria pizzeria Mastropiero. Cuando volvemos, Los Zebras se disponen a empezar. La sala, practicamente vacía. En Barcelona, al menos, juntaron a un centenar de personas. Aquí, no hay tu tía.
Con tres guitarras eléctricas, tres, a un volumen alto, una bajista con unas pintas absolutamente pop (parecía la Hopey de Locas / Love And Rockets), una notable pericia instrumental, un repertorio perfectmente adaptado al directo en local pequeño, sin teclado, sin recovecos ni subterfugios que valgan, Los Zebras superaron con creces el glacial ambiente. Dificultades las tuvieron todas. A ver quién mantiene el tipo de tocar pop fresco y divertido cuando no hay nadie, literalmente NADIE, para disfutarlo, bailar y cantar. Los australianos, sin embargo, no se arrugaron y repasaron sus dos discos (sí, al parecer tienen un disco previo al encantador Worry a Lot) de manera minuciosa y muy enérgica. ¿Quieren ejemplos? Allá van: You know more that I know, se convirtió en una electrizante jaula de ruido en la que las melodías vocales revoloteaban en su interior; la estilizada Fine Lines se multiplica por cien cuando suben las guitarras; las líneas de bajo se reducen a un tribal pum-pum-pum y los acordes cristalinos se trasnforman en un raca-raca cenutrio en la cavernícola relectura de I quit. El resto, siguió la misma onda. Los australianos, en directo, recrudecen su sonido, sin dejar en ningún momento de marcarse estilosos puntos. Abajo lo superficial, arriba la sencillez, la rítmica luminosidad, los golpes de tambor... Fue un concierto bonito. Es cierto que se quedó solo en eso. También es verdad que, de haber encontrado un ambiente más propicio, el de anoche podía haber quedado como un espectáculo trepidante, divertido y arrebatador. Esta crónica también hubiese sido muy distinta, pero... estamos como estamos. Y ahí lo llevamos ¿qué más voy a decir aquí? Sólo espero que encuentren más público a lo largo de la gira que les está llevando por medio planeta. Desde luego ayer demostraron que se lo merecen, sin duda.
Y, a pesar de todo, las pocas, poquísimas, personas que ayer nos acercamos al Barbarella Club, salimos más que satisfechos del concierto que dieron estos titanes antipodeanos cuya propuesta en vivo no pierde un ápice de dulzura, melodía o gusto. Todo aquello que admirábamos el otro día en ellos, está presente en su directo; tamizado, eso sí, por unas dosis muy notables de white noise que convierten sus canciones en enérgicas y minimales bombas melódicas. Los Zebras aparecieron con puntualidad sobre el escenario a eso de las once de la noche. Previamente, los Yeepee, debieron dar un concierto tremendamente tedioso. La verdad es que, a pesar de las edades cada vez más bíblicas de los que formamos la maltrecha comunidad indie, el viernes noche no apetece nada de nada meterse entre pecho y espalda un conciertito de pop acústico, melancólico, lento, tristón. El dúo franchute se pegó, como es natural, un batacazo tremendo... Sala vacía, un público sentado al fondo que no se molestaba ni siquiera en aplaudir al las canciónes y una atmósfera digna de película de Todd Solondz. Dos canciones y nos vamos a tomar una pizza erótica y unas cañas a la legendaria pizzeria Mastropiero. Cuando volvemos, Los Zebras se disponen a empezar. La sala, practicamente vacía. En Barcelona, al menos, juntaron a un centenar de personas. Aquí, no hay tu tía.
Con tres guitarras eléctricas, tres, a un volumen alto, una bajista con unas pintas absolutamente pop (parecía la Hopey de Locas / Love And Rockets), una notable pericia instrumental, un repertorio perfectmente adaptado al directo en local pequeño, sin teclado, sin recovecos ni subterfugios que valgan, Los Zebras superaron con creces el glacial ambiente. Dificultades las tuvieron todas. A ver quién mantiene el tipo de tocar pop fresco y divertido cuando no hay nadie, literalmente NADIE, para disfutarlo, bailar y cantar. Los australianos, sin embargo, no se arrugaron y repasaron sus dos discos (sí, al parecer tienen un disco previo al encantador Worry a Lot) de manera minuciosa y muy enérgica. ¿Quieren ejemplos? Allá van: You know more that I know, se convirtió en una electrizante jaula de ruido en la que las melodías vocales revoloteaban en su interior; la estilizada Fine Lines se multiplica por cien cuando suben las guitarras; las líneas de bajo se reducen a un tribal pum-pum-pum y los acordes cristalinos se trasnforman en un raca-raca cenutrio en la cavernícola relectura de I quit. El resto, siguió la misma onda. Los australianos, en directo, recrudecen su sonido, sin dejar en ningún momento de marcarse estilosos puntos. Abajo lo superficial, arriba la sencillez, la rítmica luminosidad, los golpes de tambor... Fue un concierto bonito. Es cierto que se quedó solo en eso. También es verdad que, de haber encontrado un ambiente más propicio, el de anoche podía haber quedado como un espectáculo trepidante, divertido y arrebatador. Esta crónica también hubiese sido muy distinta, pero... estamos como estamos. Y ahí lo llevamos ¿qué más voy a decir aquí? Sólo espero que encuentren más público a lo largo de la gira que les está llevando por medio planeta. Desde luego ayer demostraron que se lo merecen, sin duda.
3 comentarios:
Siempre he dicho que lo que falta en esta ciudad y/o en este Estado en un programa de radio a la antigua o moderna usanza que tenga capacidad para AGLUTINAR e INFORMAR de lo que pasa en el mundo indie/pop... Ya sé que hay blogs, que tenemos cientos de espacios en la Web, que tenemos sobreinformación, pero todos esos sitios funcionan como pequeñas islas independientes, y creo que lo que falta es un espacio DIRECTO para aglutinar todo eso y ofrecérselo a una audiencia de forma INMEDIATA. Me refiero a un programa que te ofrezca TODO lo que hay sin tener que picar aquí y allá y perderte que, por ejemplo, un pedazo de grupo como The Zebras actúa en Madrid, y en el que tú y yo podamos llamar para contarlo, y en el que fulanito y menganita lo escuchen y puedan enterarse.
¿Alguien se anima para presentar un proyecto a una emisora? El problema es ... ¿hay emisoras que acepten este tipo de iniciativas?
... y el círculo se cierra.
artie?...pedorros simplemente a mi parecer. Siempre tiene que haber alguien que se las de demas moderno que los demas y los del rodelú se llevan la palma
ay ay ay...que me he confundido de blog...mil perdones. Lo que escribí iba a cuenta del Rock de Lux en el blog "En busca del vinilo perdido". Disculpas de nuevo.
Ayer me terminó de bajar el disco de los Zebras y me ha fas-ci-na-do, simplemente. En el emule pude ver que, efectivamente, hay otro disco.
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