Ya se que debería haber aprovechado los días festivos en Madrid para reflexionar sobre el indie, de manera airada, incluso; para comentar el disco de Single, como hacen los bloguistas musicales serios; o cerrar esa crónica que tenemos pendiente sobre los tebeos de Fulgencio Pimentel. Sin embargo, ya saben, las gracias de Karpov son variables. En ocasiones la holganza sucede al calvinismo extremo y paso de la eficiencia furibunda (de concierto en concierto, de novedad fonográfica en novedad fonográfica, de crónica social en crónica social) a no hacer absolutamente nada, pasear al sol de invierno y perdernos en museos pequeños, de estos que todavía esconde esta ciudad que nunca ha salido del salvajismo. Además,para todos aquellos que querían ver más retazos de la vida dominical de Karpov en este blog, valga este pequeño e intrascendente ejemplo.
Y es que con tanto frío, se le quitan a uno las ganas de hacer nada, así que ¿por qué no perderse el sábado en busca de un poco de calor en la céntrica calle Martínez Campos? Hacía años que no pasaba por el Museo Sorolla de Madrid . La que fuese residencia de postín del pintor levantino es, desde tiempos inmemoriales, recoleto lugar y refugio para el madrileño que necesite un poco de calor mediterráneo. Poder disfrutar de la brisa marina y las luces rotundas del levante, por el módico precio de dos euros, es un placer nada desdeñable, sumidos como estamos en un futurista y eterno presente continuo de maquinismo y socavón.
Substancia pictórica soleada y marina, diferentes luces de la costa (Valencia, Biarritz, la Costa Vasca) que se sucede en una pintura instantánea, sensual, apetecible y deliciosa que causa pasmo. Pasmo y una emoción tan pura que, y esto hay que leerlo de manera literal, hace sentir el calor y la sal pegándose a la piel, según avanzas de cuadro en cuadro.
Merece la pena, además, recorrer el señorial palacete que, alejado de los circuítos turísticos y museísticos, mantiene una alegre calma chicha incluso en pleno puente festivo; el jardín y el patio andaluz, habitado por diosecillos y alegorías conserva un modernista verdor incluso en este gélido Madrid. Qué tranquilidad, que cadencia de olas de óleo más agradable, que sombras bajo la parrita otoñal, qué amables panes que surgen de los helechos y parecen querer escaparse corriendo por la calle Zurbano. Además, en el piso superior, y creo que de manera temporal, se exhiben los apuntes al óleo que el señor Joaquín hacía en sus viajes. Diminutos y asombrosos tableaux plenos de realidad, de luz, de aire y de eso que los griegos llamaban pneuma y que venía a ser el principio que iluminaba todo el cosmos. Un soplo de calor que ha tenido a Karpov dormitando, mecido por la tramontana y la pereza.
Y ya que estamos, otro momento de delicia ha venido de la mano de los amigos de Radio City, donde apareció, la mañana de domingo, un CD de esos de double feature de Ellie Greenwich. Ellie es una señora mágica, cuya trayectoria y aportación a la música pop nunca podrá ser narrada con palabras suficientemente laudatorias (prolífica song writer en el Brill Building, autora de exitosas colaboraciones con Spector como la que adjunto videada, co-autora de Be My baby, vocalista de excepción, pionera en la producción de discos, una de las primeras mujeres en poner un pie en la industria del disco... en fín, un personaje clave). El caso es que me he perdido entre las canciones de Ellie Greenwich Composes, Produces & Sings / Let it be written, let it be sung, discos que no llegan a las cumbres que alcanzase Ellie con los Raindrops, pero que tienen ese delicioso sonido melódico, propio de la increíble sobre-produccción middle of the road a la que uno se abandona con tanto placer y sin complejos los días de fiesta. Placeres vanos, ya ven, con los que iniciamos el invierno y descansamos de tanto calvinismo aplicado (del de K records y del otro) mientras construímos una trincherita moral ante el previsible y acostumbrado ataque de nervios navideño.
9 comentarios:
Pues el Domingo en la filmoteca proyectaban "Su Juego Favorito". La escena del Oso en la Bicicleta me sigue pareciendo para morise de risa
Qué bonito post, después de tanto grupo y tanto indi.
Eso sí, ya te puedes abrigar, que veo en el muñequito ése del tiempo que estáis ¡a 1ºC!
Uy, a la filmoteca karpov, que cosas dices jesus miguel, la última vez que la pisó fue con la excusa de que era una peli de vanguardia y titulada como un tema que versionea el momus, "viva la muerte", y casi le expulsa un jipi cinéfilo que teníamos al lado que no paraba de lanzarle miradas asesinas para ver si se callaba y le dejaba sumirse en el trance profundo de polvo,sudor y sangre que Arrabal nos inspira.En su descarga hay que decir que la peli es un coñazo, y además yo cada día estoy mas a favor del cine comentado, con porros y cerveza a ser posible.
Todo esto era por seguir en la línea "a shelby no le gusta el cine" que tanta gracia le hace al autor del blog y sobre todo a sus lectores riojanos.
Es que a sus lectores riojanos el cine nos da bastante para atrás durante largas temporadas.
Por cierto, botimán, ¿te llegó la serigrafía a la casa paterna? Allí la envié con mucho amor.
Karpov, qué me dices de ese vinilo que te encargo en el post anterior. Sé bueno conmigo, que me parece que tengo algo especial ahí. Fíjate si me da barrunto que hasta he pasado de leerme tu reseña más allá de la quinta línea y me la he guardado para cuando ya lo haya escuchado bien...
fulgencio de cifesa
Uy, si es que no está el mensaje que te puse ayer. ¿Es un error mío? Sólo te encargabba el vinilo de Campamento Ñec Ñec porque el chico de Gssh parece haber dejado la capital y nadie da señales en su email. ¿Tú sabes queé puedo hacer si no?
fulgen
Fulgencio, yo me hago con uno en la tienda Bang! y te lo hago llegar allí (mira que creo que te va a gustar y a cambio sólo te pediré una narración de los jugosos cotilleos de enero, je, je). Y yo que pensaba que la soflamita sobre los Campamento no había surtido efecto...
Botibol, yo no abierto el pico ni he dicho nada de cine. Yo pasé el sábado viendo cuadros, sin más.
Y, sí, ya sabía que el costumbrismo karpoviano gustaría sobre todo a nuestro buen Luis.
¿Karpov en el cine? ¿Dos horas callado? ¿Es eso posible?
"Botibol, yo no abierto el pico ni he dicho nada de cine. Yo pasé el sábado viendo cuadros, sin más."
Uy, pues es verdad :)
De todas maneras los museos se prestan también mucho al cachondeo, de hecho yo casi no conozco otra manera de visitarlos.Cada vez que voy a uno me entra como un nerviosismo que me mueve a hacer chistecillos jocosos de lo alli expuesto.
Que conste que esto lo veo como una limitción mas que otra cosa.
Fulgencio, la serigrafía ya cuelga en las paredes de mi habitación y ya me he quedado un par de veces mirándola embobado de lo chula que es :)
Alegría me da
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