01 agosto 2006

Desde que te dije que quería ser tu perro

No se alarmen que no vamos a hablar de Jens Lekman. En plena ola de calor infernal,sólo a un diletante o a un necio se le puede ocurrir hablar de las gélidas tonadas del nórdico figurín. Máxime cuando el estío es momento propicio para comentar de pasada esos otros reencuentros más amables con seres muy queridos o intrascendencias propias de la falta de ganas de pensar. A fin de cuentas, no todo iba a ser una vida multicolor persiguiendo la canción perfecta.


En efecto, después de un año de posts sobre indie-pop, discos, videos de YouTube, dialécticas basadas en la atención y su creciente precariedad, es el momento de recordar a estas personitas peludas que tanta comprensión, bondad y larguísimos y maravillosos ratos de su tiempo nos ofrecen de manera desinteresada; y que, por cierto, tanto calor pasan en estos días. Ya ven cómo es el destino, le lleva a uno no sólo por periplos y peripecias estivales sino también hacia peculiares encomiendas domésticas. En este caso cuidar el asma de nuestra buena y pequeña amiga Linda…



Y todo al son del Spooked (Yeo Rock, 2004) de Robyn Hitchcock. Una aventura marciana y ralentizada que se desliza por una corriente de aterciopelada psicodelia-folk. Disco a tener muy en cuenta por todos aquellos que quieran acompasar las severas noches de agosto con un sonido más agradable que el de los ventiladores nocturnos. Muy bonito.



Eso sí, si sufren de insomnio no dejen de visitar este alucinado dream-blog que se ha convertido en uno de mis no-lugares favoritos a la hora de dispersar mi atención por este dédalo emocional en que se ha convertido la Red. El malogrado colaborador del fanzine Mondo Brutto, Dildo de Congost, extrema en Dildodrome su propuesta y, sin asomo de rubor, nos lleva hacia un nuevo espacio interior en el cual intimidad y exhibicionismo intercambian sus valores. Sin duda, este blog delimita un magnético, bizarro e involuntariamente humorístico territorio sentimental absolutamente adictivo para el voyeur cibernético.




Y sí, para decir esto sería mejor no decir nada. Pero eso tampoco me parece a estas alturas correcto. Porque, al fin y a la postre, cuando el verano arrecia y vacía de contenidos las señales emitidas por nuestras neuronas ¿es realmente legitimo esforzarse en parecer que estamos a la última? ¿No podemos simplemente reconocer que nos es imposible mantener el acelerado flujo de información que nos hemos autoimpuesto? ¿Es necesario seguir alimentando esta impostura cultural en la que todos somos expertos virtuales capacitados para pontificar sobre la alta y la baja cultura? También tendremos que mostrar nuestros lapsos más tontos en estos relatos ¿no?, aunque sea por mantener una mínima sinceridad con los pocos que leen estas cosas...


2 comentarios:

El lector de comics dijo...

De manera desinteresada? Intenta acercarte a él si no le das sus tres comidas al día, no le sacas de paseo 4 veces al dia y no le cedes el mejor espacio en el sillón... verás si su movimiento de rabo era desinteresado. Eso si no se mea directamente como advertencia...

Karpov Shelby dijo...

Ja, ja, en absoluto. Incluso sin hacer eso siguen siendo encantadores. De lo que te has olvidado en la lista de tareas es de despertarte a las tres y media de la mañana para jugar a la pelota con ellos ...