30 julio 2006

Historias de verano

Regresa Karpov! a su trinchera electrónica después de una temporada de lasitud estival, ejercicios de pereza y hedonistas paseos junto al mar. Se terminó este breve lapso de autocomplacencia extrema, atrás queda un breve instante de vida absolutamente contemplativa al que podremos volver con nostalgia a lo largo del otoño cuando nos flaqueen las fuerzas. Eso sí, ahora restituímos la emisión de los consabidos boletines sobre la vida sentimental en esta trasmodernidad tardía. Pero antes déjenme ejercer de turista incidental, contarles mis vacaciones y explicarles que, desde las atalayas y trampolines que nos presta el verano, las cosas se han visto tal y como aparecen en estos apuntes.

POLÍTICAS Y POÉTICAS VERANIEGAS



Mientras a unos les viene a ver la virgen de los publicistas en forma de pleito interpuesto por un presunto y conocido conspirador, estrella mediática y ocasional juez de excepción, hay otros que siguen haciendo canciones políticas acertadas y hermosas como Living with war. Neil Young firma así una desesperada oda, ideal para un verano pródigo en invasiones bárbaras y desmanes contra la civilización, entendido este término en su sentido más amplio.

Otra canción que Karpov ha escuchado con atención en este verano de plomo es Universal Soldier de Donovan; sincera, sencilla y hermosa, expone consideraciones políticas esenciales sobre el alcance de la responsabilidad individual. Líricas útiles y poéticas sensibles que contrastan con los exitosos ejercicios de autopromoción de algunos jueces y de los grupos que se llaman como esos jueces y que tan sólo parecen esforzarse en hacer nuestras vidas un poco más tristes, feas y menos libres (sobre todo los jueces que son siempre peores que los grupos de música, casi por definición).


EL M.A.L. ES EL BIEN




Cavernicolismo y actitud, (una) guitarra chirriante que desgrana los acordes puros y verdaderos del mejor indie-pop, voz desafiante y tambores rotundos. Quince minutos para resolver una aparición en directo sustanciosa y excelente. El mejor pop y las sensaciones verdaderas. Eso fue el concierto anual de los M.A.L. en Barcelona. Desde el momento en que pisaron el escenario no pude dejar de mirar totalmente hipnotizado por un grupo que conjura TODO aquello que tiene que significar la música pop: frescura, ruido, diversión, actitud, seriedad, cabezonería, melodía, fascinación…

Asombroso de verdad este concierto que, en plena avalancha de summercases y benicassines nos recuerda que hay vida más allá de la invasión de alternative stadium pop. Con el ritmo tribal del pop primigenio, con las insólitas y perfectas adaptaciones de canciones de Aislers Set o Terry IV, M.A.L. nos han vacunado contra las dinosaúricas veleidades a las que nos quisieran entregar sin complejo de culpa los malignos patrocinadores comerciales de la música más
"rabiosamente alternativa" y los serviles plumillas que de ellos viven.

CERO EN CONDUCTA




Hace algún tiempo había grupos que firmaban discos irreverentes y traviesos, que intentaban regresar al salvajismo de la, siempre brutal, imaginería infantil. Bebiendo a partes iguales de los insólitos y añorados Throw That Beat in the Garbage Can!, de los guerrilleros Girlfrendo y de los legendarios Hunky Dory, Tilly and The Wall recuperan esa tradición y nos trasladan a una isla de Kirrin musical, pletórica de melodías y canciones exuberantes. Sus dos LPs (Wild like Children y Bottoms of barrels) han sonado y sonado en el pequeño y culpable iPod de Karpov, mientras la brisa marina pintaba historietas de piratas, rebeliones y princesas en los atardeceres estivales. Olvídense del infame numerito de tap dancing que lleva asociado el grupo y fíjense en las canciones; una vez hayan hecho esto, dejen volar la imaginación más y más lejos cada vez...

COGE ESA OLA



Momentos mágicos en el underground estival han sido los vividos junto al duo Espanto en nuestro particular viaje por países pequeños. Sabida es la reverencia que este par de artistas tienen por los chicos de la playa; lo que no teníamos tan clara era su decisión a la hora de lanzarse a cabalgar de ola en ola. Compartimos instantes de audacia y surf para principiantes. ¿Las canciones nuevas? Existen, pero como estábamos de vacaciones las dejamos para septiembre. Solo faltó una hoguerita y marshmallows al caer la noche, lo que hubiese puesto el broche dorado a una tarde de playa en la que casi se podía escuchar de fondo las armonías de Be true to your school.


HAY QUE SALIR DE ESTE PAÍS



El disco del verano, ese ineludible amigo de travesías en días largos, de vida breve y olvido fácil, ha sido Let’s get out of this country (Elefant, 2006) de los escoceses Camera Obscura. Ahora que Belle and Sebastian no son más que un vulgar espectáculo de circo y estadio sólo apto para treintañeros empleados en el sector servicios, sus hijos tontos brillan con una luz especial. Intrascendencia, country-pop de mentirijilla, arreglos de violines y pantanosos órganos hammond dan forma a unas canciones simples y bonitas que ofrecen satisfacciones inmediatas. Precioso, sencillo, ameno... ¿qué tal vez suena a otras cosas firmadas en décadas anteriores? Seguro, pero las amables y escapistas maneras de los escoceses les hacen merecedores del título de reyes del baile de verano.


LOS INEVITABLES DISCOS



Porque también hemos tenido tiempo de disfrutar de esos otros discos que dejamos entre las estanterías el reso de la temporada. Es el caso de la nueva y muy lograda entrega de Scarlett’s Well,
Black Tulip Lips (Siesta, 2006) en la que Bid y sus compañeros de conspiración siguen manteniendo altas las maneras e incluso brillan con una energía más rutilante que antes en ese maremagno que es el catálogo de Discos Siesta. ¿Otras opciones de verano? Los dos primeros volúmenes de la Historia de los Orchids, editados por la ejemplar disquera LTM o la antología de los Secret Shine, buena muestra de shoegazing cortesía de Sarah y Claire Records. También hemos acudido en múltiples ocasiones a la antológica retrospectiva de los Esclarecidos, Un agujero en el cielo. ¿Será la cercanía de las olas y los puertos de mar la que ha hecho de Arponera un ineludible hit particular de este estío nuestro?


RECUPERACIÓN DEL URBANISMO LÍRICO




También ha sido un verano de reconciliación con la plasticidad arquitectónica del señor Antoni Gaudi (víctima de la personal manía perseguidora de Karpov). Un agradable paseo matutino por la insólita casa La Pedrera en el barcelonés Passeig de Gràcia ha servido de amable reencuentro con el iluminado y beato arquitecto que puso forma y color al ensueño dinerario de la primera burguesía catalana. Placidez mediterránea salpimentada con fantasía y talento que llevan a reflexionar y sorprenderse ante la paradójica e irracional virulencia que despierta en la España más (ultra) conservadora un pueblo tan formalito, emprendedor, burgués y discretito como es el catalán. Sobre todo viendo la réplica de la casita de la época de la Reinaxença que se encuentra en el edificio, todo un canto a ese celebrado encanto de la burguesía. El paseo por la terraza, sencillamente un lujo a la hora de echar un vistazo melancólico y un poco postrero a la Ciudad Condal.


AY, EL SIEMPRE RESULTÓN ENCANTO DE LA BURGUESÍA...



Las habituales revoluciones logístico-leninistas, características del tránsito aéreo por la Península, forzaron un evocador viaje en tren en el que repasamos la poesía completa de Jaime Gil de Biedma (Las personas del verbo, en la reciente edición de luxe cortesía del Círculo de Lectores). El irónico y complaciente lirismo de este aburguesado maudit de clase alta es una de las (obvias) debilidades de Karpov. Así que se pasó volando el viaje en tren mientras, página a página, el poeta barcelonés aparecía más como una suerte de señor T.S. Eliot del Ensanche y su arte poética, más allá de la poesía de la experiencia, me recordaba más a ese otro modernismo que inaugurase Ezra Pound y que nos dejó a Albert J. Prufrock y su canción de amor como quien no quiere la cosa.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hablas de "serviles plumillas". He leído esto en la penúltima entrada del blog de Víctor Lenore al que te refieres:

"La operación salida fue bastante más dura que otros años. Cientos de fibers no cabían en la terminal de Renfe. Tuvieron que esperar varias horas a 34 grados en una estación que carecía de consignas y de bar (el punto más cerca para comprar agua estaba a 500 metros).Sólo atendía una persona que no sabía inglés (luego llegaron dos empleados de seguridad para controlar la masa). Como se puede ver en la imagen, el "Punto de información FIB" estaba cerrado en hora punta (también el del centro del pueblo). En los cibers había lista de espera y una hora de cola para mandar un mail o hacer una llamada.Benicássim se olvidó de los fibers tras cobrar la última copa".

Desde luego hay que ver lo poco que te lees las cosas antes de emitir un juicio, Karpov.......

Karpov Shelby dijo...

Sí, estimado anónimo, tienes toda la razón... a mi también me impresionó la enorme carga crítica de ese penúltimo post.