Parece que la temporada trae consigo nuevos alientos, energías renovadas y una insólita apuesta por la inocencia; a fín de cuentas, no todo iba a ser deslizarse hacia la indolencia postmoderna, el cinismo y el final de la Historia. Secundino Hernández presenta sus nuevas y momumentales pinturas sin resabio alguno. Planteada desde la doble perspectiva de punto de regreso y estación de partida, la exposición Hauch! se conforma así como el reconocimiento de formas y ánimos presentes en la tradición pictórica que ha moldeado nuestros tránsitos interiores; además de ser un punto de partida pleno de osibilidades generativas. Sí, necesitábamos una nueva espiritualidad en el arte; y, por primera vez, empezamos a intuir que no era demasiado pedir ni nadie tenía derecho a acusarnos de beatos cuando lo decíamos en alto.
En la Galería Heinrich Ehrhardt se respiraba anoche una simpática alegría, rara en los saraos artísticos madrileños, más dados a la maldad absoluta, la maledicencia y el odio a uno mismo y al prójimo. Nuevos aires, juegos florales más agradables y ánimo renovado para recibir una exposición que supone el abandono de manierismos e ironías. La pintura vuelve, y sorprende ver cómo a la gente no le sienta nada mal que sea sincera y esencial. No hay más que ver el gusto con el que, en el despacho del señor Ehrhardt los potenciales compradores pasaban su mirada golosa sobre unos dibujos y acuarelas en los que se sucedían la figuración, la sensualidad, la humanidad y la risa.
Después de muchos trabajos y muchos desvelos, nuestro querido SH ha llegado a pintar de la manera en la que las personas han venido pintando desde el alba de los tiempos, y retratar esa indiscernible combinación de goce y angustia que se mezcla con el óleo y seca sobre la tela. Sus pinturas están moldeadas con ese aglutinante ligero que presenta preguntas, permite diálogos y alumbra soplos de vida a su alrededor. Una manera de pintar que no tiene tanto que ver con estilos como con funciones imaginantes; una pintura que se confunde con la vida porque, en realidad, se trata de un instrumento de generación y aprehensión de esa misma vida. La imaginación no es un juego de ingenio, parecen decirnos estos cuadros, sino un abandonarse y dejar sitio a la inocencia. Dejar espacio a los hálitos vitales, dejarse llevar por las mareas expansivas que nos hemos venido empeñando en apartar a un lado. Mientras algunos preguntan si esto no es demasiado académico, a otros se les escapa la palabra alma entre sorbos de vodka y, por primera vez en mucho tiempo, nadie siente vergüenza por ello.
Las obras reúnidas en Hauch!, devuelven así a la primavera madrileña una nueva sacralidad y un nuevo sentido del tiempo artístico. En estas pinturas vuelven a despertar aquellas interpretaciones que habíamos desterrado al fondo de los manuales y los libros de texto. La pintura vuelve a generar la intersección deseada entre vigilia y sueño, entre la vida y el deseo o entre arte y vida, como dirían los más tremendistas con acierto. Por ello, en el titulo de la exposición (aliento, hálito y espíritu en su traduccción del alemán) se hace referencia a la búsqueda del soplo de vida capaz de conferir ánima a la forma. Y también por ello, se presentan aquí temas esenciales vinculados a la generación y el origen.
En los seis cuadros que conforman la exposición, podemos ver reflexiones sobre el hecho de reconocerse a uno mismo como objeto principal de la imaginación artística, de los actos amorosos y amatorios, del humor y de la sacralidad. Sin pedantería alguna, estos cuadros nos recuerdan que la vida se desentraña gracias a formas y materias imposibles que son difíciles de abandonar. Con una responsabilidad alegre, SH, ha cogido los pinceles para recordarnos que la vida interior no tiene por qué ser un callejón sin salida. Aunque también hay que decir que, reconocerse en lo esencial también tiene sus desvelos. Ahí está, por ejemplo, ése ídolo monumental que nos pregunta, guasón si realmente queremos abandonar todo instinto de trascendencia, escudado en su forma fálica. Y, visto lo visto parece que cuando la pregunta se presenta sin dobleces no es tan fácil mantener el gesto ni la media sonrisa. Ayer, desde luego, parece que todo el mundo prefirió dejar de lado la pose. Artistas, galeristas y personas modernas, en general, cambiaron el comentario erudito por la candidez primaveral y las sonrisas. Ésas sonrisas que el picaro de SH ha empleado para atraer a los dioses y los maestros hacia su atelier y convencernos al resto de que todo sigue siendo posible.
Hauch! se puede ver en la Galería Heinrich Ehrhardt (c/ San Lorenzo,11) hasta el 27 de mayo. Más info: www.heinrichehrhardt.com
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