En este caso, el hilo que nos pone sobre la pista adecuada tiene su origen en la página www.avo8.co.uk. A este hilo y a esta pista accedí gracias a que Marcos E. Herrero, más atento a lo que se dice y se comenta por la red me contó lo que contaba un ínclito arqueólogo indie. La rumorología cotidiana con soporte electrónico es siempre más efectiva que cualquier red P2P. Es cierto que, escuchando los consejos de buenos amigos que reprochan una evidente confusión metodológica entre melancolía y senilidad, he jurado no volver a evocar tiempos pretéritos siempre que no sirvan para alimentar pasiones actuales. Por eso, aquí están sonando los AVO-8 en mi reproductor y pienso en cosas como las Girls at Our Best o Dolly Mixture y en la emoción atemporal que siempre contagian. Trepidación, nervios y una mentalidad cenutria que hacen recordar que el pop es escuchar ruidos en la cabeza... ni evocaciones, ni recuerdos. Sólo ruído, un ruído que tapa los oídos, embota la mente y hace que no escuchemos nada más. En resumen, aquí no hay calma ni noches de lluvia, sino guitarras saltarinas y deseos de contar una cosa simple de manera rápida, pegadiza y directa. O, como diría un crítico musical, urgencia punk y sensibilidad pop.
AVO-8 se formaron en 1979 en la localidad escocesa de Edimburgo. La suya es la historia del grupo de amigos que pasan de las conversaciones de pub al local de ensayo en el primer estallido punk y graban un single (Gone Wrong, Stroppo Records) para, inmediatamente después, caer en el olvido. Sin embargo, el año 1985 ve cómo el grupo se reforma con un line-up similar al del 79, para grabar un par de singles y compaginar la vida ajetreada del indie pop con trabajos a tiempo parcial, ya entraditos en años y rodeados de coleguillas que les hacen de road managers, managers y conductores de camionetas alrededor de los pubs aledaños. Pop chulesco y de ámbito local que, a tenor de las fotos que se pueden ver en la página, debía estar más cerca de la película The Commitments que de las peripecias de unos Orange Juice. Reseñas mínimas en el NME y conciertos con cuatro gatos, cinco años dando la tabarra con sus voces femeninas, sus gorgoritos, unas guitarras afiladas lo justo y unas melodías de puro chicle que sirven de banda sonora a la vida de la estrella pop provincial. Aventuras a la vuelta de la esquina que, de ser recordadas en tonos peripatéticos y con aires de grandeza, perderían parte de su moraleja. Las canciones que conforman el legado de AVO-8 son un canto al primero tiro la piedra, pego el grito, salto la valla y ya pensaré en la originalidad después; indie-cenutrio de una época en la que en una isla se cogían las guitarras para hacer pop como quien se pone a pegar patadas a una lata. En estas canciones, por lo tanto, los AVO-8 pasan de la afectación; a fín de cuentas, en su papel de segundones de relumbrón, pueden emplearse con contundencia en la melodía efectiva y fácil y no pensar mucho en los réditos artísticos. Por eso, su sonido es más zoquete y macarra. Si hasta se les escapa algún riff entre las guitarritas trenzadas...
Los AVO-8 no se ponen evocadores. Sólo cuelgan sus canciones en la Red para quien se las quiera bajar por el morro, como diciendo, ahí lo llevábamos pero mira que chulo quedó. Cuatro reseñas, unas fotos más bien cutres y la historia de un grupo sin peripecia pero con estribillos de rompe y rasga. Empalagosas, inmediatas obvias e imprescindibles, canciones que son un tiro al pim pam pum, como quien dice. Aquí no hay lugar para la nostalgia o la queja. Quien quiera que repita, pero que no se ande nadie con chiquitas. Como dicen ellos, cuando dejó de ser divertido se separaron en una fiesta en la que todos acabaron borrachos. Cavernicolismo, mentalidad no future y ruído que vienen a demostrar que, en estos tiempos en los que nos gusta tanto vivir de prestado en épocas pasadas, la intrascendencia acaba ganando por la mano la partida a la historia. Desde luego, es mejor poner las fotos feas y los retazos que conformaron una epopeya vecinal (incluso enseñan una versión del Bowie, en plan pelaje de la dehesa brit) que acabar siendo mitificado en el cuadernillo de una recopilación en cedé. Al final, los AVO-8 dejan un antídoto contra la panoplia historicista compuesto de crudeza pop en estado puro puesta a disposición de todo el planeta para que se vea que las cosas sencillas, contadas de forma fácil, se escapan a la senilidad. Toda una prueba, al fín y al cabo, de que la simpleza, a la larga, traiciona mucho menos de lo que parece.
P.S. Por cierto, otro golpe a la especulación mental, los Hey Paulette! venden a través de su myspace el mítico single I do really love Penelope. Es decir, menos lágrimas de cocodrilo, que los protagonistas enseñan lo suyo como si tal y con menos rollos macabeos de lo que lo venimos contando otros...
indie pop AVO-8
2 comentarios:
Pues si que molan, llevo varios días escuchando a estos y a los japanther sin parar,¡que grupazos!.
Molto Grazie, karpov y m.e.h.
A pesar de que el día que hablé con usted estaba espesísimo ya tengo encargada mi copia del 12" indie_canónico que me dijo. ¡AH! y el "I Really Do Love Penelope" lo tenía en un cd de esos de The Sound Of Leamington Spa.
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