26 octubre 2006

Ahora todo va a más


Hace un año, me asombraba de la intensidad, imaginación y acierto de la nueva senibilidad rock femenina. Un año después, cae en mis manos el segundo LP de las insólitas y enérgicas Sybil Vane, Turismo de Interior (B Core, 2006) para
corroborar lo certero y afinado que está el grrrl power en nuestras latitudes en lo que a inventiva musical se refiere. Capaces de destilar lirismo y sano cabreo femenino a partes iguales, Sibyl Vane rompen moldes e impostados arquetipos riot-grrrrl con una mezcla explosiva de humor, inteligencia y un nuevo sexto sentido rock que las sitúa más allá de escenas y modas. Más allá y en lo más alto, por otra parte. De nuevo, un disco para el recuerdo.

Sólidas y simpáticas, las Sibyl Vane han vuelto a repetir la jugada que las convirtió en una refrescante sensación hace un par de temporadas. Ahora, muy lejos ya del relumbrón de lo nuevo, demuestran que nunca fueron un grupo de
"chiquitas roqueras". Al contrario, Turismo de Interior es todo un señor disco, un paseo por un universo particular, femenino, coqueto, reivindicativo, poderoso, espontáneo y fresco. Mientras los chicos nos perdemos en batallas, escenas, listas de singles, referencias y otras versiones musicadas de la sublimación pop, ellas han sabido hacerse un lugar propio a golpe de talento, originalidad y gracia. Siguen mostrando una querencia por las guitarras rotundas, una afición por el Sonido de los Noventa y un alucinante entusiasmo por las voces que vocean. Ah, y por unas letras insólitas, personales, un poco confesionales y un poco enrevesadas. Y preciosas. Volúmen y lirismo, ya digo.



Dudas, cabreos, emociones, veranos, ambigüedad y canciones. Pero ahora, nadie, nadie va a dejarlo así porque siempre todo va a más, cantan en Bahamas, como quién nos cuenta lo irremediable de la continuación de su particular aventura musico-vital. Y nosotros las miramos con envidia y admiración. De canciones está el disco lleno. Canciones sentidas unas veces. E iracundas otras. Sonidos actuales (Fecha de caducidad) e indiscutibles (Madre soltera), canciones increíbles (Enésima oportunidad), acústicas, eléctricas, sólidas o difusas... Las Sibyl Vane están muy crecidas y han hecho un disco que es un monumento de rock bueno.





Un disco lleno de ése rock que, sin sonar a nada, suena a TODO. Porque Sibyl Vane son un pedazo de grupo, centrado y muy rotundo. Un grupo en el que, la molesta pose de roquero, desaparece para dejar solo emoción e intensidad. Aquellos que se quejen de que no hay sobresaltos suficientemente agradables en nuestra escena (y, ojo, que yo no soy de esos), que eche un vistazo a un disco estiloso desde la misma portada. Un disco que destila actitud, urgencia y profundidad. Un rock nuevo para el momento PRESENTE. No se quejen por que en España no existan las Wet Dog. Ya tenemos a Sibyl Vane que, de manera consciente o no, han tomado el camino que abrieron Hello Cuca (rock, concentración, simpatía y actitud), lo que nos garantiza no sólo buena música para rato sino, lo que es mejor, poder escuchar cosas nuevas de verdad: sin metadiscursos, ni historiografía rock, sin influencias confesas ni discursos vacuos, pero con mucha substancia aprehendida. Gracia y simpatía femenina, al fín y al cabo. Pero a todo volúmen.



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