Finalmente se celebró el Ladyfest en Madrid. Conciertos, charlas y fiestas concentradas en tres días de música y movimiento que ahora tratamos de asimilar; para quien se quiera hacer una idea, sólo decir que tienen que ser los pazguatos Cane 141 los que suenen esta mañana de lluvia y nos ayuden a aterrizar mientras por el salón de casa van apareciendo maquetas, discos, fanzines o flyers y resuena en la cabeza el grrrrl punk de estos días atrás. La revolución vino y se fue, ¿queda alguién ahí?
Muy divertido, muy ajetreado, muy polémico, muy cansado, muy diverso y muy disperso. Todos estos adjetivos aparecen ahora en nuestro desgastado cerebro a la hora de pensar en nuestro primer Ladyfest madrileño. Con muchos grupos, conciertos muy buenos, algún error de fondo y algún otro de forma, pero muy bien en general. Sobre todo para aquellos que agradecemos poder ver a grupos como Spider & The Webs (¡¡¡Toby Vail, increíble!!!), tener ocasión de impresionarnos con la propuesta de Ana da Silva (cero expectativas, millones y millones de alabanzas), disfrutar de grupos noveles divertidos, refrescantes y provocativos como Las Pulpas; o simplemente encandilarnos con la tralla maravillosa, intensa, candorosa, chillona, cargada de nuevas y viejas reivindicaciones de Sibyl Vane.
Tampoco se puede olvidar a Hello Cuca! y su tremeda puesta en escena (Fairytale in the supermarket con la señora Da Silva, como bonus emocionante para todas las riot grrrls y para algún indie kid despistado), tampoco se debe dejar de lado a Wet Dog (tremendo renacer de la batería de The Rebel, rock on, rock on! pero... ¿qué hacía Murky Mancuso saliendo a tocarse una canción? ¡basta de cameos alehop!)
Muy roquera, tremenda y marchosa la chica de Two Tears (no en vano se trata de una ex-Red Aunts), para animar un domingo en el que uno ya vagaba por el barrio de La Latina como un espectro. Muy interesantes algunas películas: Don't need you, buen documental sobre el movimiento riot grrrrl punk; increíble la rareza Margarita y el lobo , asombrosa muestra de vitriolo cinematográfico, de monstruosa vigencia e ironía certera filmada por la española Cecilia Bartolomé en... ¡1969!
Una pena que la charla con Tobi Vail y Ana da Silva en la sala Entredos fuese más una sucesión de monólogos en los que las moderadoras intentaban sacar la declaración feminista fácil mientras las protagonistas, acertadamente, hablaban de la capacidad y derecho a la expresión de las personas, de creatividad, de hazlo, piensa, mueveté (y, sobre todo, pasando de una férrea disciplina de género lo que no sentaba demasiado bien a algun@)
Interesante también el hecho de que el taller de fanzines que coordinó Paula sirviese para articular críticas de uno y otro lado al festival, organización y grupos. Quien se acuerde de las famosas purgas de fanzineros críticos que aplicaba el Festival de Benicassim apreciará el hecho de que el propio Ladyfest ofrezca tijera y papel para opinar sin restricciones. ¡Chapeau! El fanzine además, muy bien, muy bien, creativo, radical, divertido, dulce... es decir como deben ser las cosas.
En resumen, éste ha sido el fín de semana ideal para no parar con rock femenino salvaje, salvaje total. Y al final es lo que cuenta, independientemente de las posibles incongruencias por parte de la organización y público (¿por qué rechazar a los hombres que disfrutan, aprecian y vibran con la cultura femenina? ¿se trata de igualdad real, de persona a persona? ¿o sólo del clásico "ésta es mi zona, vete a la tuya"?)
Porque, lo cierto es que, en general y a pesar de todo, Ladyfest ha contado con un clima imaginativo, dinámico y cooperativo que resume gran parte de la "salida del armario" de una nueva cultura femenina preocupada por hacer y ver cosas nuevas, excitantes y soprendentes sin perderse en discursos aburridos de críticos seniles (NO Susan Sontag, SÍ Toby Vail). Dejando a un lado anécdotas propias de la estulticia militante de un lado y la crítica quejosa (e hipócrita) de algunos hombres que acusan de radicalismo a las chicas sin tener en cuenta que para ellos es muy cómoda la situación tradicional de "yo rock-star, tú groupie", ha sido una buena oportunidad de ver un torrente de girly-energy a ambos lados del escenario desplegada de manera divertida, soprendente e ilusionada.
Se puede hacer una crítica más acerada, se puede ser más malo, no todo fue un cuento de hadas... Pero estoy intentando recuperar todos los datos y materiales desperdigados por mi salón, así que por ahora sólo puedo referirme a la sensación general que es divertida, confusa y ruidosa. Y, si de rock, identidad y liberación se trata, el ruído, la confusión, la diversión y el jaleo nunca están de más.
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