30 junio 2006

El tránsito terrestre y sus circunstancias


Recibidos por un calor de infarto, Essex Green han pasado por Madrid antes de inciar una minigira que les tendrá tocando en estos días a o largo de nuestra geografía presentando su album Cannibal Sea (Marge, 2006). Con una propuesta virada hacia una mayor aspereza de la que nos tenías acostumbrados, cubriendo sus melodías celestiales con guitarras mayestáticas y nervio, los de Brooklyn han desgranado su repertorio con desiguales resultados. Pero, al final, con tesón y prestancia han conseguido sobreponerse a una sala que era un auténtico horno, a un sonido infernal y a una inicial descoordinación, para cerrar con garra un concierto que, en algunos momentos, parecía más un ensayo general, un entenamiento pensado para cumplir holgadamente con los compromisos del fín de semana.



Pero Sasha Bell y compañía son unos excelentes músicos que saben subir y bajar el tono cuando las circunstancias no acompañan. Así que, sin que apenas nos diésemos cuenta han ajustado progresivamente el nefasto sonido ambiente para lograr dar golpes de efecto maestros que han terminado por volver el marcador a su favor. Acudíamos nerviosos y con ganas a la cita con Essex Green (el señor botibol con un corte en la barbilla, fruto de un precipitado afeitado). Dos años antes (aproximadamante, hablo de memoria) lograron, en el mismo escenario, dejar constancia de su maravilosa pulsión melódica cuando presentaron su LP The long goodbye en un concierto encantador y prácticamente secreto (no más de cincuenta personas). Por eso, tenía todas las esperanzas puestas en que las ráfagas de pop instantáneo que dan forma a su último disco multiplicasen su efecto sobre el escenario. Vientos racheados y rayos de sol, en forma de canciones directas, concisas, sólidas. Perfecto para refrescarse en mitad de este clima tremendo.


Sin embargo, los incios han sido relativamente inciertos. La rotundas pildoras pop no han cobrado forma. La propuesta de maximun r'n'r con que venían dispuestos a romper los cronómetros sentimentales no ha funcionado. Por falta de espacio, sobre todo. Las guitarras, los giros eléctricos no han tenido aire en el que expandirse. Así This isn't farmlife se ha quedado en una salida falsa; los mismo ha sucedido con las excelentes y rotundas Penny & Jack o I don't know why (you stay). Por separado, se apreciaba la maestría de cada uno de los músicos; el conjunto no tenía sentido alguno. Problemas de cohesión interna. Lo mismo ha sucedido con los épicos finales con guitarrazos y precipitaciones de tambores (se ve que Los Who vuelven a ser un referente legítimo e ineludible). Las canciones de The Long Goodbye sonaban incluso más dispersas. Sólo ha sido a partir de una impresionante y apocalípticamente brillante Primrose cuando todo ha cobrado verdadera vida.



Y entonces, a partir de ése momento, las cosas han cambiado. Nos hemos encontrado con unos Essex Green incendiarios, que han sabido equilibrar el repertorio nuevo con canciones de sus dos discos anteriores. Haciendo gala de esa enorme virtud de los músicos americanos que es la capacidad de resistencia sobre las tablas Bell, Baron, Ziter y compañía han ido precipitándose hacia un sonido luminoso y ruidoso, rítmico, fluído y enérgico (algunos lo querrán llamar power-pop sin razón). Nos ha dejado asombrados en momentos estelares, como la interpretación de Tinker (She heard the news) o Rue de Lys, para cerrar con una pasmosa liberación de energía cósmica que se intuía latente y que sólo muy al final se ha manifestado en toda su magnitud.



Demostración de tronío de una banda que no se ha arrugado ante un sonido nefasto y una cierta falta de calentamiento. Finalmente, Essex Green han hecho un concierto que, pese a que no será recordado con el cariño del de hace unos años, si queda como una prueba de pundonor musical. Pero... habrá que esperar a la próxima. Me temo que más suerte van a tener aquellos que les vean estos días, ya que es posible que se encuentren con una especie de exhuberante vergel sónico donde la filigrana y la explosión se complemetan en canciones hermosísimas. Ésto, los que hemos estado esta noche en el Nasti sólo podemos intuirlo. Y es una pena porque hubiésemos sido tan felices sólo con un poco más.


Essex Green tocaron la noche del 29 de junio en la sala Nasti (c/ San Vicente Ferrer, 33. Madrid)






7 comentarios:

Anónimo dijo...

Hombre, mas que de la precipitación el tajo fue fruto de un uso reiterado de la misma cuchilla. Por lo demás das en el clavo totalmente.
A ver si en próximas ocasiones los promotores musicales tienen a bien arrojarnos las habituales migajas del pastel de conciertos en un plato un poco mejor, la sala Moby Dick, que parece que es la única capaz de conseguir un sonido decente de todo Madrid, ya tiene narices.

Karpov Shelby dijo...

La verdad es que si hubiese sido en MobyDick creo que este post sería muy muy distinto. Al principio creo que acusaron un mal sonido para los nuevos bríos guitarreros con que vinieron.

Es increíble que los promotores (¿MushroomPillow?, creo) no sean capaces de ver que un grupo como Essex Green necesita un cierto nivelde calidad de sonido.

También es alucinante que una ciudad como Madrid esté pasando estas eternas penurias con la música en vivo.

Anónimo dijo...

Sus lo puedo jurar que con la caló que hacía y que era en el Nasti preferí quedarme en casa.

¿Penuria? El otro día escuché nosequé iniciativa de un coleguita que organizaba conciertos en CASAS particulares. Creo que en Madrid hizo algo en la casa de Jorge Obón. Hasta esos extremos hemos llegado.

La próxima vez que vengan los Essex, que toquen en la terraza de nuestra casa!

Anónimo dijo...

No estás al día, Pulla. Lo último y lo mejor llega en septiembre: festival privado en cortijo almeriense. En ello estamos y con buen sonido. Se pide la presencia de los Kaken. Yo ya informé al caballero ceutí. Por cierto, hablando del rey de Roma: se acaba de editar en DVD el biopic de Gram Parsons. Es un telefilme genial. Y un beso.

Karpov Shelby dijo...

En los conciertos en terrazas a l apercer el pionero es J.Irizar. Sí los ssex Green en tu terraza, Paca, hubiesen sido otra cosa. Porque el Nasti era un horno. No se qué hará en esas noches laaargas de clubbin' la gente que se meta ahí, la verdad.

¿Almería 2006? Suena bien, yo me apunto, aunque sea como cronista bloguista (como teclista blogista también ¿eh?)

Anónimo dijo...

Yo ese día ví a los Mojinos.

Anónimo dijo...

Pasar flama e inhalar drogaína mientras se toman una copita tranquila con los amigos, ¿no?