01 abril 2007

Esto no es un concierto


¿Te acuerdas del primer concierto? Casi una década ha pasado desde la última vez que vi a Carlos Ballesteros sobre un escenario. Entonces, Hidrogenesse era poco más que la promesa más descollante de un divertido baile de máscaras llamado Lujo y Miseria. En el tiempo transcurrido, Ballesteros y Genís, han sufrido numerosas mutaciones, muchas de ellas imposibles de predecir. Hidrogenesse ha evolucionado, se ha convertido en un animalito bicéfalo, y ofrece una peculiar remezcla de las leyes de la genetica emocional.


Nos guste o no todos hemos tenido que ver cómo el mareo permanente de la evolución ha dejado huellas imposibles en nuestra morfología mental. Las circunstancias,que son muy suyas, terminan por convertir en obligatorias las mutaciones, las rarezas y las excepciones. Hidrogenesse precisamente canta a la normalidad absoluta y vertiginosa que supone toda excepción. Animalitos mezclados, imperfectos, disfrazados, irreconocibles. Ellos pueden hacerlo porque son desviaciones de su propia especie: una star vocacional convertida en reflexivo e inqieto ideólogo pop; un crooner dulce y emotivo a quien la necesidad adaptativa ha obligado a dejarse la piel de Billy Mackenzie por el camino para transformarse en una (re)mezcla de Momus y Morrisey. Defectos de forma y necesidad de repasar las leyes de Mendel, casi diez años después (sí, entre medias me he perdido estos otros conciertos ¿Qué quieres que te diga?).





Hidrogenesse aparecen convertidos en una pareja imposible. Explorador y alienígena. Estilo deportivo y puro lujo. Pantalones cortos y camisa con dibujos de una sabana africana de todo a cien. Genís toca la guitarra al estilo glam. Y hace comentarios. Alfonso Melero no está, más que en troquel y grabación. No parecen los hermanos Mael, porque el aspecto es demasiado parecido. Las canciones del disco Animalitos suenan más efectivas que en el disco. Su sonido es amateur, se siguen negando a hacer de la música una cuestión de forma. Hace diez años era imposible pensar en canciones como Disfraz de tigre o El poder de mis tejanos. Ya no es cuestión de bailar al rítmo que marque el siglo, la evolución del dúo se mueve, cada vez más, en el territorio delimitado por su imaginación tangencial, cómica, incisiva y omnívora.





Ballesteros es un astro imposible que canta, baila, se disraza de disfraz de tigre, magnetiza y erotiza de una manera peculiar y excelsa (sí, excelsa quiere decir excelsa) y vulgar. Genís, aparece sobrio y cerebral. Pero vestido con un mono de seda espacial (ENO meets Incosol). Dice un par de agudezas y se calla. Se dan un paseo por la decadencia (Schloss), salén por la tangente y se versionean a sí mismos (Hidroboy), demuestran que no van de palo (El árbol), demuestran que sí van de palo (Hotel Italia Delta Romeo). Yo venía a olvidarlo todo y los tíos me salen con el rollo de que cada canción es mi canción. Cuando tocan sus polkas modernas, nos damos cuenta de dónde estamos y hasta dónde hemos llegado. También hasta donde NO hemos llegado (Eres PC, eres Mac). Pero lo de los caballitos pony es mucho más triste, ya lo dicen, haciendo una concesión artística emotiva y total. Se les puede odiar porque han logrado fracasar, en lo suyo y en lo de los demás. Que es mucho mejor que triunfar. Gracias a eso su propuesta ha podido crecer y convertirse en esa otra cosa que tanta falta hace en nuestro zoo musical. Y, cuando estás ahí, diez años después, mirando asombrado la mutación, te das cuenta de que esto no es glam ni tecno ni nada de lo que dicen en las críticas. Te das cuenta de que es un cuento musicado sobre la importancia del margen de error y del defecto de forma en la evolución de la especie. Es el cuento chino de la importancia de lo ridículo sobre lo lírico. Es un concierto tremendo e imposible, es un cabaret, es una discoteca, en una estafa, es una tontería, es un acertijo, es algo que tiene que ver con nosotros. Es algo que no hubiesemos dicho nunca. Es un concierto, no es un concierto.


Hidrogenesse tocaron la noche del 30 de abril en la sala El Sol.

Otras intervenciones del dúo en esta gira han sido narradas en los blogs Tremebundo y en El Ruido de la Calle. La foto de Ballesteros disfrazado de disfraz de tigre también está sacada de la página de Flickr
de este mismo blog.






1 comentario:

Anónimo dijo...

Fue un concierto buenísimo! y yo me lo pasé mucho mejor que en el del momus, dónde va a parar!