02 enero 2007

Buenos propósitos


Empieza un año nuevo. Es el momento de hacer buenos propósitos, propósitos de enmienda o, al menos plantearse mínimos intentos de mejora personal. Tiempo habrá de revisar la lista y hacer concesiones a la autoindulgencia. Pero, en estas fechas tempranas de 2007, todavía podemos darnos un voto íntimo de confianza y pensar que conseguiremos estar a la altura de nuestras buenas intenciones. Para ello, no está de más escuchar el dulce, celestial y sobrio disco de Sibylle Baier, artista perdida y hoy encontrada de nuevo, compendio de bondades musicadas, tranquilidad y buenas vibraciones.

Nada mejor, por tanto, que abandonarse a los compases de un disco atemporal y revisar las notas garabateadas en la libreta de las reflexiones: ser un poco menos intempestivo, hablar menos de indie y más de cosas relevantes, olvidarse de la vacua crítica, no apostillar las obras del prójimo por modestas en sus logros que sean, ser cada vez menos desconfiado... Y, en otro orden de cosas, conceder crédito a las leyendas domésticas por poco creíbles que éstas sean. Por eso, por coherencia y bondad, no voy a dudar en dejarme llevar por la penúltima fantasía folk con que nos regala los oídos el actual (y boyante) mercado de la arqueología de culto. Tiempo habrá de desconfiar de ése mismo mercado y de sus recuperaciones en los meses venideros.



Sibylle tiene una historia preciosa, breve y con visos de cuento de hadas. A la vuelta de un viaje iniciático, de esos que sólo se hacen una vez en la vida, cuando eres muy joven, una veinteañera Sibylle sintió la punzante llamada del arte. Así que, cogió su guitarra y, aún tránsida por las visiones de naturaleza y bondad vistas al pie de los Alpes, escribió la canción Remember the day para dar gracias a los principios rectores del cosmos por estar viva. Animada por este pequeño, pero sustancial logro, los años siguientes continuó escribiendo, cual songwriter secreta. En el periodo comprendido entre 1970 y 1973 escribió un total de catorce canciones. En una cinta de bobina, en su domitorio, al calor del hogar, la joven alemana registró unas dulcisimas y muy frágiles visones en torno a la naturaleza, el amor, la finitud y fragilidad humana, y sobre la enorme sinificación trascendente que esta misma fragilidad otorga a la persona. Estas canciones durmieron el sueño de los justos hasta que el hijo de Baier, dándose cuén de lo que tenía su madre en el cajón de la mesilla, le envió una cinta a J Mascis. A partir de aquí, el secreto sale a la luz y son los Elf Power los que, a través de su sello, editan las canciones en un delicioso disco, Colour Green (Orange Twin, 2006) que compila la totalidad (?) de la producción de la Baier, revelando al mundo un tesoro largo tiempo enterrado bajo la losa de los años.



Quien escuche este Colour Green, se dejará arrastrar así por esta mágica premisa sin hacerse muchas preguntas. Y se dejará llevar porque, efectivamente, las canciones que en él se contienen son auténticas y purísimas gemas, en las cuáles la sencillez y la hermosura se dan la mano con naturalidad absoluta. Con el único acompañamiento de su guitarra, preciosidades tan íntimas y amorosas como Softly o tan reflexivas como The end, aparecen ante el oyente con sobria y atemporal majestuosidad. Mágicas tonadas como Forget about, dotan al disco de altura y autonomía estilística. La propia Colour Green, con sus evocaciones de la vida natural y vegetal, sume al oyente en una divina calma que pocos discos facilitan. A medio camino entre Margo Guryan, Vashti o Judee Sill y la Incredible String Band, el disco llama la atención por su pasmosa y especialísima hemosura.





En algún momento, es cierto, uno se pregunta cómo es posible que nuestra Sibylle contase, dada su modestia de planteamientos, con una sección de cuerda en la celestial Give me a smile... Entonces el cuento se resquebraja un poco. Y aparece la negra sombra de la duda, duda sobre la realidad de un personaje que bien pudiese ser un ensueño metarreferencial, un guiño al conoisseur, al suscriptor del Mojo (a todos los que, cuando se descubra el pastel, dirán ya sabía yo que era imposible por ésto y por aquello). Un montaje cool urdido por unos hippies modernos. Sin embargo, recordemos, las canciones no dejarán de ser mejores porque se revele una verdad desagradable, si es que tal engaño existe finalmente. Son todas auténticas maravillas, diminutas y cariñosas odas, a las que su bella historia les añade un valor más anecdótico que otra cosa. La realidad no puede afear unas íntimas y dulces evocaciones que maravillarán al oyente atento y desprejuiciado (y aquí rompo una lanza en favor de Federica Pulla que fue quien me convenció para que me hiciese con el artefacto, tras un diálogo apasionado e hilarante que tuvo lugar en la tienda Radio City). Por otra parte, no nos engañemos, Orange Twin, el mentado sello de los Elf Power, dedica sus ganacias a realizar proyectos de recuperación del entorno natural en su artística comuna de Athens, expone a desconocidos artistas de la zona, trabaja por la comunidad... En el peor de los casos, el engañó habrá redimido el pajerismo coleccionista y el vouyerismo revisionista, haciéndole involuntario instrumento de fines nobles y bondadosos... Es primero de año, tiempo de buenos propósitos ¿no merece la pena dejarse, un rato, de tanto indie y disfrutar, con buena fe, de otras canciones hermosas y misteriosas? Tiempo tendremos para desilusionarnos y enfurecernos por tantos y tantos discos mediocres y mal hechos como nos esperan. En esta ocasión, por el contrario, siempre van a quedarnos unas canciones que se mantienen con vida más allá de la identidad más o menos difusa de su autor.


Forget About - Sibylle Baier



12 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues, oiga, amí, con mis pecados de moderno, me acaba de poner usted los dientes largos.

Karpov Shelby dijo...

No lo dude, amigo. El disco es PRECIOSO sea quien sea la chica Baier.

MJ dijo...

Entre la canción que me puso ayer y lo que le estoy leyendo...este viernes me lo autoregalo.

Anónimo dijo...

Sí ... el disco que comentas es PRECIOSO.

- Atención: momento FAN -: ... como lo son las "revisiones" de algunas joyas de Parade que está regalando el amigo Antonio en la web del grupo en Spicnic (.http://www.spicnic.com/blog/paradeblog.html)

Las tres que ha rediseñado hasta la fecha son OBRAS MAESTRAS (aunque ya lo eran en sus originales). A destacar la versión en clave Chamber POP de Estación Espacial. Una genialidad de un genio.

Karpov conviértete al Paradismo YA !!!

Anónimo dijo...

Muy guapos los propósitos de año nuevo y muy sugerente la "bovina" de cinta en la que la alemanita se grababa sus nanas. Ahí te veo tremolinesco en el comienzo del año, Karpov. Y ante la insistencia de Francisca, igual deberías abrir el debate Parade. Srta. Pulla, aquí un acérrimo detractor del baladista yeclano. En otra nota, ya tienen cada uno su myspace tanto el gran Otero como la simpar Macarena.

Anónimo dijo...

¿Macarena? ¿Es la misma Macarena que estoy pensando?

¿Cuál es su Myspace?

Anónimo dijo...

Ya la he encontrado (macarenapiltrafilla se hace llamar)

!!!!!!

Karpov Shelby dijo...

El debate Parade no se abre que se me chafan los buenos propósitos de año nuevo y no es plan.

Menos ahora que, como has visto Marcos, me dejo llevar por un ánimo bucólico que contagia hasta los aspectos puramente formales y ortográficos (je, je, je ... tremolinesco me ves, ya te vale)

Muy bueno lo de los MySpaces, me lo miro ahorita mismo.

Anónimo dijo...

Esa, esa. De Macarena yo soy ultrafan, sin ironías ni hostias.

Anónimo dijo...

Yo también estoy superafavor de Macarena.

Todavía recuerdo cuando lo muchísimo que me sorprendió cuando la conocí hce mogollonis de años. Me pareció una persona tremendamente interesante.

Incluso me regaló una cinta con sus canciones que hacen parecer a las de Corcobado como a Enrique y Ana.

Anónimo dijo...

...y su fanzine y su programa de radio, que he estado escuchando hoy (Onda Latina, los miércoles de 12 a 13). Parece que está ahora cantando con grupos de hard rock psicodélico rollo Boris, Causa Sui...

Anónimo dijo...

Una vez escuchado, esto es bonito, bonito, señor ajedrecista.