Y, ¿qué voy a decir a estas alturas de la tercera maqueta del dúo Espanto? Tras unos días de ausencia de la realidad bloguista, siguiendo las aventuras madrileñas del Sr. Tremolina al detalle , vuelvo sobre estas Cuatro canciones, retomo la historia donde había quedado... y, encuentro que ésta ha seguido su curso. Las canciones del dúo Espanto ya hablan solas, sin que un cronista bloguista venga a hacer florituras sobre ellas. Esto es, por tanto, lo que debía haber dicho nada más sacar su carta del buzón.
Espanto, son una realidad, como dicen algunos por la blogosfera. Espanto no son para tanto, dicen otros. Espanto son observadores, son curiosos. Son extraordinarios también, como esa Profesora de primaria que suena a tantas cosas, que recuerda a tantos cuadros, y que se resiste tanto a ser el hit que unos quieren y otros no quieren ver... Siguen su historia; dejan que sigan su curso sus historias, que son las nuestras y son también las que no son las nuestras. Siguen regalando ese especial tesoro musical, que mezcla, con puntería, lirismo, dulzura, costumbrismo y anomalía. Pero yo no puedo decir nada de Espanto que no suene también a piropo dulce, costumbrista y anómalo porque las historias de Teresa y Luis están, de cerca y de lejos, tan entretejidas con las mías que suena raro hablar de ellas delante de más gente.
Espanto, son una realidad, como dicen algunos por la blogosfera. Espanto no son para tanto, dicen otros. Espanto son observadores, son curiosos. Son extraordinarios también, como esa Profesora de primaria que suena a tantas cosas, que recuerda a tantos cuadros, y que se resiste tanto a ser el hit que unos quieren y otros no quieren ver... Siguen su historia; dejan que sigan su curso sus historias, que son las nuestras y son también las que no son las nuestras. Siguen regalando ese especial tesoro musical, que mezcla, con puntería, lirismo, dulzura, costumbrismo y anomalía. Pero yo no puedo decir nada de Espanto que no suene también a piropo dulce, costumbrista y anómalo porque las historias de Teresa y Luis están, de cerca y de lejos, tan entretejidas con las mías que suena raro hablar de ellas delante de más gente.

La maqueta se cierra con la tristísima y melancoliquísima La obsolescencia del producto. Una oda a las cosas antiguas, que creemos rotas e inservibles. Las cosas que no quieres tirar y tiras, sólo para ver cómo se te rompe el corazón cuando otro, que viene detrás, lo coge con cariño y con dulzura lo aprovecha. Como, con dulzura, los Espanto van cogiendo de aquí y de allá trastos y cachivaches y mirando con atención los estantes de esa rara almoneda que es la vida en busca de piezas con las que armar canciones, historias de moraleja difusa que cuentan penas de intensidad variable. Cosas que van juntando en sobrecitos, enviado aquí y allá por si le pueden ser de provecho a alguien. Realizando, en suma, una tarea musical de dificil catalogación pero de disfrute inmediato.
Más crónicas al respecto en la Post-Tremolina, El Ruido de la Calle. También en Love of 74 hay una encendida crítica canción a canción.
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