11 septiembre 2006

Una cuestion de confianza


Los australianos Lucksmiths llevan con gracia su papel de sensación POP mundial. Tienen de su parte a la crítica indie internacional que quiere ver en ellos el estadio más perfecto del sonido y actitud twee. Son adorados por un público fiel que les ha hecho depositarios de sus corazoncitos, que mueve la cabecita al rítmo de sus dulces baladas y alza el puñito, soberbio, en los momentos más saltarines. Son los niños bonitos de la escena pop planetaria, la joya de la corona, cada uno de sus discos es celebrado con pasión y en los conciertos el público vibra con emoción, se sabe las canciones y con arrobo al más mínimo gesto de los australianos. El viernes pasado, en Madrid, no hubo excepciones: sala llena, corazones inflamados y melodías saltarinas en un concierto que no hizo concesión alguna al cinismo.

Parafraseando a Kiko Amat , me fío de los Lucksmiths . Me fío de sus discos, de sus canciones sencillas y efectivas. Me fio de ellos porque hace dos años, cuando les vi por primera vez en directo, comprobé que no se limitaban a ser un grupo más de twee pop. Por el contrario, sobre las tablas se mostraban rítmicos, divertidos y sincopados. Pude asistir a un despliegue de simpatía, sencillez y energía. Los Lucksmiths son unos artesanos del pop. Un grupo en cuya propuesta no hay conceptos vacuos, sólo canciones. Unos tipos que te ofrecen lo que tienen sin más. Que no se quedan contigo ni van de pastel. En resumen, te fías de ellos porque hacen contigo un trato justo.



Así que, de nuevo, acudí al Barbarella Club con la certeza de que disfrutaría de una buena velada de pop estilo indie. Que es lo que se ofreció la noche del viernes. Sesión, eso sí, aderezada con ese poco de sal y pimienta que da la instrumentación justa (nada de florituras) y la actitud aventurera. Si en sus discos los australianos se abandonan a sus instintos más melosos y arreglados, cuando se encienden las luces se trasmutan en un combo efectivo de indie guitarrero, saltarín y trepidante. En ocasiones (las más acertadas) recordaban a unos Bodines o unos Mighty Mighty por lo jangly y dinámico de su pop de guitarras . Otros ratos (los menos) se dejaron llevar hacia los terrenos más resbaladizos de la balada twee con menos éxito. Eso sí, viendo como cantaba el público de la primera fila las mencionadas baladas, se entiende que es un peaje que tienen que pagar. Porque la cosa es que a ellos se les veía más sueltos y divertidos cuanto más subía el voltaje y las revoluciones de su pop luminoso y cálido. Daba gusto ver al cantante tocando la batería, cibreándose e impostando (solo ligeramente) el timbre morriseyano. Sala llena, corazones inflamados, famosos del underground, camaradas bloguistas, chiquitos indies moviendo la cabecita, disfrute en estado puro, adrenalina melodiosa subiendo y bajando por el espinazo. En suma, ambientazo y diversión. Una pena, que por agradar al respetable, se extendiesen un poquito más de la cuenta. Ésto, todo hay que decirlo, afeó un poco el resultado final (la, nunca deseada, nota de tedio). Otra cosa fue lo de UKE, cuyas delicadas y frágiles canciones (en la línea de unos International Airport o unos Nagisa Ni Te, salvando muchas distancias) se vieron eclipsadas por el sonido ambiente. De todas maneras, ya les vale presentar esa propuesta en un escenario tan poco adecuado (como ellos mismos deberían saber)



En resumen, yo sigo siendo seguidor de los Lucksmiths. Ahora un poco más. Yo iré a verles siempre que pueda, escucharé sus discos, moveré la cabeza al rítmo de sus canciones. Es cierto que no son ni mejores ni perores que tantos otros. Pero sí son más sinceros, más simpáticos y tienen más desparpajo. Con los Luckmiths sabes lo que hay. También lo que no hay. No te venden la moto. Y, eso, al final, acaba trasladándose a sus canciones. Que al final es lo que más importa en este mundo en el que todos envasan aire, lo pintan del color de los sueños para, al final, dejarnos con tres palmos de narices, compuestos, sin novio/a y, lo que es peor, sin canciones buenas con las que sentarnos a llorar nuestras penas.

Los Lucksmiths tocaron el pasado viernes 8 de septembre en el Barbarella Club, con UKE de teloneros





8 comentarios:

Anónimo dijo...

Oh, Oh! y más Oh!

Me enteré a posteriori que con los Lucksmiths venía Louis Richter, que es el alma mater de un grupo australiano que se llama Mid-State Orange, que tienen un EP que se llama Flag Festival que es la RELECHE. Una PASADA, una PRECIOSIDAD, una pieza IMPRESCINDIBLE de pop australiano.

Wow!

Anónimo dijo...

Yo aquí no vuelvo hasta que no se glose al Santo sin Paciencia. De hecho, me voy ahora mismo de vacaciones, indignado por la autocomplacencia indie de este karpov entusiasmado por la moda juvenil. Alfonsa, gallina, te estuvimos esperando... Tal vez os lea desde la playa. Besitos!!

Karpov Shelby dijo...

Nada, nada, el concierto estuvo muy bien. Se pongan como se pongan las siervas de Osama (que ya les vi mover la cabecita en las canciones más saltarinas). Qué suerte... la playa. Esas playas en concreto.

Anónimo dijo...

Otra vez que me los pierdo...espero con impaciencia su crónica del próximo de los Scarlet's Well, que yo tendré que estar a 500 kilómetros de distancia descargando fardos de Indetex.

Anónimo dijo...

Jesús Miguel, ¿Y a los Vetiver, que son el 19?

Anónimo dijo...

bueno, ¿y si nos vamos TODOS a ver esta noche (o mañana por la noche) a los Jazz Butcher, teloneando, atención, a los Woodentops (!!!!)? Es en Londres, pero es que me acabo de enterar y he phlipao.

Karpov Shelby dijo...

Uaaauh menudo concierto! Por cierting Mr.T si se decide a los Vetiver ya sabe donde tiene su casa.

Anónimo dijo...

La cosa está fatal