10 julio 2006

La tesis moderna

Su decidida vocación de perviviencia y un cierto aire institucional nos hacen olvidar a veces que Sonic Youth son un grupo esencial para entender las últimas décadas de la música pop. A finales de los 80 y principios de los 90 demostraron una sagacidad insólita para renovar géneros y conceptos, una astucia notable para construir una impoluta imagen artie y unas apasionantes dotes para elaborar castillos de rock atípico. Con su último disco recapitulan sobre los entresijos de LA música moderna en general, los de SU música moderna en particular y nos ofrecen una colección de canciones exhuberantes, inmediatas y fascinantes que nos vienen a recordar el papel asombroso y cenital de la banda en la creación de eso que conocemos hoy como Rock Moderno o Rock Alternativo .


Y entonces surge la pregunta del millón ¿son Sonic Youth dinosaurios del Rock Alternativo? Probablemente sería más adecuado señalar que son fósiles que han conseguido cristalizar una forma propia de rock y que, desde hace una década, han venido añadiendo sucesivos estratos geológicos a la misma para lograr su correcta conservación. Llámese A thousand leaves, Sonic Nurse o Murray Street, cada nuevo LP de las Juventudes Sónicas ha venido pareciendo un resumen técnico con el minucioso detalle de los hallazgos extraídos en las múltiples peripecias paralelas de cada uno de los miembros del grupo. De hecho, ya estábamos acostumbrados a recibir periódicamente esta suerte de tesis moderna como la tranquila instantánea de una vanguardia que, convertida en canónica, daba minuciosa fe de su rigor investigador y su inquietud exploratoria. Estratos de Rock Moderno, ordenados y pasados a limpio, que dejaban constancia de que Sonic Youth se había convertido en una suerte de instituto contemporáneo de investigación sónica, sabio en sus postulados pero más bien soporífero en sus maneras.



Pero, con Rather Ripped (Geffen, 2006) encontramos que SY son todavía capaces de hacer un disco orgánico e hipnótico. Un disco abierto en el que se suceden unas canciones de factura clásica. En un inteligente quiebro estilístico, cuando los propios SY no son para los chavales más que un ineludible oldie de la Década de los Noventa, nos presentan una coleción de canciones que resumen los mejores momentos del género indie -rock en su acepción más canónica. Rather Ripped es, por tanto, una estupenda colección de standards perfectamente organizada y exquisitamente accesible que podría leerse como capítulo final de una hipotética Historia Moderna del Rock. Curiosamente ahora que estamos viendo como las construcciones de pop post-moderno (multirreferenciales, inter-género, inter-clase, fruto de perfectos algoritmos culturales) se cuelan en nuestras playlist mentales, los neoyorquinos nos entregan un accesible epílogo cargado de guitarras ensimismadas, sonidos perfectamente (des)organizados, canciones fáciles de escuchar y distorsiones trenzadas con precisión. Este disco demuestra que el loft-punk de los Yeah Yeah Yeahs no es más que un irreal acto reflejo de un rock desmaterializado; o que bandas como Liars tan sólo se limitan a seguir un esquema perfectamente establecido muchos años antes. Rather Ripped resume y recuerda los límites de ese canon de lo clásico-alternativo.



Pero además (o quizá a causa) de esta constatación de clasicismo sobrevenido, el disco cuenta con todos y cada uno de los momentos de brillantez propios de la formación. El pálpito pop e intuitivo de Thurston Moore (Incinerate), las siempre oblicuas canciones de Lee Ranaldo (Rats) y una presencia notable de Kim Gordon que hará las delicias del buen fan de SY (Reena, Turquoise boy). Rather Ripped se convierte así en un elástico compendio de los clichés del grupo. Compendio facturado con una increíble espontáneidad y sostenido sobre canciones que rozan la perfección formal al tiempo que brillan con una insólita frescura. Sin el plasta de Jim O'Rourke, SY concretan un disco modesto, sincero y lúcido en casi todos los sentidos. Se agradece la obviedad y la transparencia, también se agradece redescubrir las tonalidades matizadas y las mantas de calculadísimo ruido blanco. Un disco, en suma, que permite el tránsito agradable del oyente a lo largo de los cuadros más logrados de la historia de las Juventudes Sónicas a la vez que corrobora la excelente salud de muchos de sus postulados. Es decir, Moore, Ranaldo, Gordon y Shelley no sólo han firmado el disco clásico y sexy que ya no esperábamos de ellos, sino que además han sabido dotarlo de la facilidad necesaria como para convertirlo en el disco ideal para pasar un muy moderno verano. Y eso es algo que, como sabrán aquellos que hayan sido fan de SY en algún momento de su vida, no deja de tener un cierto aire de justicia poética.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

A er si me paso mañana por Bloody Mary a por él. ¿Qué tal está el primer miniLP que sacaron? que lo he visto reeditados con bonus en directo.

Karpov Shelby dijo...

La reedición de ese primer mini-LP no merece la pena. Pero ni un poquito. Como tampoco compraría a estas alturas el Bad Moon Rising o el Confussion is Sex.

Es verdaderamente un tostón vanguardista de mucho cuidado. Yo en reediciones optaría por el bromazo de Ciccone Youth, reeditado recientemente también; o por las ediciones super-lujo de Goo y Dirty. Y más por el segundo que por el primero.

Anónimo dijo...

Los Sonic Youth me aburren de lo lindo, sobre todo desde que son amigos de Cristina Rosenvinge (al menos eso es lo que dice ella)

Karpov Shelby dijo...

A lo peor es verdad que lo son. Que estos chavales de educación liberal son muy listos para unas cosas y muy tontos para otras. Pero Jacinta, algún momento de esplendor si que tuvieron... ¡tampoco hay que ponerse tan estricta!

Anónimo dijo...

Pues he ido a por mi copia del disco de Sonic Youth y me he dado de bruces con una edición en vinilo del último del Devendra con un porrón de temas extras. Odio esas cosas.