10 septiembre 2005

Un paseo frustrado por la casa del misterio

Con las incomodidades características de las presentaciones en directo en la capital del reino, CocoRosie han aparecido por fín en Madrid (en una sala El Sol que estaba hasta la bandera). Y resulta que ni son tan buenas, ni tan majas, ni tan guapas; el público, eso sí, ha estado tan encantado con su art-folk ensemble de a dos que ha terminado sentado en el suelo, disfrutando en actitud camp-fire, las evocaciones sonoras y los bucles de videocreaciones de las hermanas Casady.
Los que conocíamos los dos LPs que tienen publicados, hemos podido descubrir que la propuesta sonora de CocoRosie experimenta curiosas mutaciones al ser trasvada al directo y sus aciertos fonográficos se convierten en paradójicas debilidades; mientras otros pasajes, que en disco quedaban en el aire, cobran nueva luz bajo los focos y sobre las tablas. Sin embargo, la capacidad de evocación de determinadas canciones y el aire de juego del escondite que les daba estar apenas esbozadas, se ha trasmutado, por momentos, en una soporífera pesadez poco sugestiva. También se ha podido ver que musicalmente no dan para mucho más que la hora y media que han estado con nosotros. Se podía imaginar, pero es molesto ver cómo cada vez es más frecuente que los nuevos arte-factos modernos, cerrados en banda en sus propuestas de opereta, renuncien a la tradicional frescura de aquello que se conoció a finales del siglo pasado como conciertos de música pop.
Por otra parte, máscaras de pierrot, video-performances en torno a la idea del travestismo, las calavera y los animales, las identidades duales y las penumbras de universos infantiles que se quieren próximos a nunca jamás, han cobrado presencia escénica pero no han sido dotados en ningún momento de vida por las dos aprendizas de brujas. Ese misterio perverso y esos paseos oníricos por las tramoyas del teatro de títeres son más forma que fondo en el discurso escénico de CocoRosie. Una pena porque, al final, una propuesta que podría ser verdaderamente interesante (complejos, sensibilidades nocturnales y sombras chinescas del eterno femenino) se queda en unas canciones bonitas y originales facturadas por dos chicas de hoy en día con habilidad e inquietud artística.
A pesar de lo cual hemos visto un buen concierto. En primer lugar porque las hermanas se lo traen muy preparado todo de casa: un arpa, juguetes y cachivaches, se saben las canciones y se turnan con habilidad en ser el centro de atencíón (además de tener sus dos roles simplificados y definidos perfectamente: la que canta ópera y la moderna), los vídeo cut-ups están a la altura artie y, sobre todo, las canciones aguantan el tipo e incluso ganan. Hay que decir, eso sí, que El Sol se ha quedado pequeño e incómodo para un concierto que mercía haberse visto sentado,a lo mejor en el patio de La Casa Encendida.
En segundo lugar, gracias a un espontáneo que ha gritado a la mitad del concierto "¡si nos sentamos lo vemos todos, compañeros!" se ha producido una general sentada pseudo-hippie que ha permitido que todos los presentes pudiesemos ver el escenario; además, ha dado ambiente y ha puesto el detalle underground esperado por los medios generalistas (no hay que decir que los fotógrafos de prensa han aprovechado su photo-opportunity para sacar la instantánea del momento moderno).
Por último, ha estado bien porque como es habitual, y ya cantasen LCD Sound System en Losing My Edge, estos chicos de los neo-hypes, están tan preparados que, por muy rápido que los enterados gritemos "un, dos, tres... al escondite inglés", no les pillamos en un renuncio. Lo cual no es tan estimulante como se puede pensar, ya que en el fondo lo que se nos escamotea es la excitación que sólo ofrecen las sensaciones imperfectas en aras de una correctísima música actual.
Porque del concierto de esta noche se puede decir, sobre todo, que ha sido como subir a abrir los baúles de la buhardilla y encontrarse con libros de hacer palotes escondidos el día antes por el maestro en lugar de caballitos de cartón tuertos, polichinelas feísimos y pañuelos de advina gitana. Y eso tampoco es.
Y mañana Martín Rev en la misma sala. Ya veremos si podemos hablar de contraste al encarar a un músico de los albores de la "era moderna" del rock con estos castillos de naipes que nos ofrece la actualidad.

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