31 mayo 2006

Fluorescencias y raptos al comienzo del verano


Como cada vez que se anticipa el verano, el calor no trae tanto satisfacciones ni sensualidades como una luz abrasada, un clima de asfixia en el que se diluyen el agobio y las prisas y esa tradicional ausencia de revelaciones de la que tanto presume la que dice ser una de las ciudades más dinámicas de la inter-zona post-tropical Europea. Sin embargo, hay otras maneras de mirar a las partículas lumínicas; maneras no tan huérfanas de lirismo. Más allá de la sobredosis de ozono y de la tristeza estática del smog hay otros raptos y otras miradas en torno a la luz, al verano y a la revelación. José María Sicilia y The Tyde no tienen por qué ser necesariamente complementarios en su aproximación artística hacia el mundo lumínico. Y precisamente, por ello pueden servir para detectar esas otras fluorescencias que la excesiva dósis de transparencia y aridez en el aire que nos rodea impiden ver.


Precisamente, la visión de Sicilia siempre se ha caracterizado por una correcta y minuciosa observación de las posibilidades de duración y eternidad que residían en las luminescencias tenues, veladas y en las claridades difusas. Dotada de un lírico sentido de trascendencia, siempre ha hecho gala de una inclinación por descubrir el tiempo potencial de la eternidad. A veces hasta caer en lo cursi, de puro sutil e inteligente. No obstante en estos Eclipses, que presenta a la vez que llega el calor a la ciudad, las discretas flores de aire se ven sustituídas por una fragmentación ácida de la trascendencia. Sicilia busca una luz cruda, salvaje y matizada en la que las partículas sentimentales se descomponen en una suerte de azar psíquico que, si se aleja del misticismo es para caer en una suerte de paroxismo pretendidamente abrasivo. Una complicada carambola que contrasta con el tercer LP del combo de Los Ángeles liderado por Darren Rademaker. Si el pintor se deja llevar por una suerte de disciplinado abandono artístico en pos del fotón inspirador, The Tyde buscan atrapar la facilidad de una luz sin fisuras. Donde uno busca el misticismo reflexivo y acude a las fuentes trascendentes, los otros se dejan llevar por la sencillez de olas de sinceridad haciendo alarde de una calculada facilidad para dominar las claves secretas de la espontaneidad y los humores artísticos.

Los cuadros de Sicilia, son menos alambicados de lo que se hubiese esperado. Entrega un cierto tributo al caos. Deja que sea aquel el que convoque una luz subatómica que cuide de la descomposición de la mirada. Cera, miel y óleo componen el cuerpo de esta ecuación milimétricamente diseñada para convocar una eternidad pretendidamente azarosa y efímera. Manierismo de lo aleatorio, en suma. El tercer LP de The Tyde, por el contrario, renuncia a la elaboración dejándose llevar hacia la facilidad melódica y la simpleza absoluta. Donde el pintor se fuerza alcanzar la inconsciencia, los músicos surferos son capaces de arrastrase por sentimientos sencillos, nadar hacia la nada y preguntarnos, tan solo, si queremos ir a la playa con ellos.


Curiosamente, en ambos casos se conjura una simpática fluorescencia, dimetralmente opuesta pero muy similar. En ambos casos, está detrás esa otra vida que aparece como resultado del inevitable colapso artístico en uno y otro caso. Para Sicilia, el mapa vegetal y exhuberante que traza se convierte en un dédalo que le enamora hasta el punto de hacerle perder pie entre torbellinos y espejismos de psicodelia poética. Son precisamente estas dulces complejidades las que hacen que la revelación buscada no aparezca. Tal vez la verdad más enorme de estos cuadros resida en el descubrimiento asombroso de que, una vez conjurados, los fuegos de la creación pueden volverse fatuos y así y todo no perder su hermosura. Para los Tyde, la exhibición de amor propio y joie de vivre les conduce a seguir con brío y sinceridad la facilidad de la brisa marina; y así, mecidos por una satisfacción primigenia y esencial de parálisis gozosa caer en un dulce silencio pleno de recogimiento. Paradojas entre la alta y la baja cultura, en suma.


En el caso del pintor, los anhelos y tensiones puestas en una revelación que no llega, provoca el ensimismamiento narcisista, la obsesión con los coágulos de colores. Flipa, en suma. Para los músicos angelinos, por el contrario, la relajación absoluta, lejos de conducirles a un disco instantáneo como promete en las primeras canciones (incluso de una facilidad un tanto enervante) les va llevando por derroteros más tornasolados hasta el abandono total en una marea luminosa colmada de gracia y una simpleza cercana a la beatitud. La revelación, como quien no quiere la cosa.

Nadie puede negar que José María Sicilia ha culminado una hermosa exposición, ni que los Tyde han hecho un disco muy bonito. No obstante, en uno y otro caso, parece sobrevolar un burlón ingenio que, entre el bochorno, conjura revelaciones imprevistas al tiempo que nos remite a esa sentencia de Sterne que recordaba que “la perfección tiene un límite hasta el cual puede el hombre llegar, pero si pretende llegar más allá no logra sino cambiar de cualidades, nunca adquirir otras”


El nuevo disco de The Tyde, Three's Co. está editado por Sinnamon/Rough Trade. La exposición Eclipses de José María Sicilia puede verse hasta el día 17 de junio en la Galería Soledad Lorenzo (c/ Orfila,5) de Madrid



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